El desafío de un gran jugador
La presencia de Guti en la lista de Camacho confirma el interés del seleccionador por tirar de los jugadores de clase, muchos de ellos discutidos en sus equipos. Guti es un futbolista que provoca filias y fobias, según una tradición que se asocia a los zurdos sensibles. Son futbolistas que interpretan el juego con tanta naturalidad que eso les hace sospechosos a los ojos de la gente. A los hinchas les gusta un poco de desgarro y populismo, y esta clase de centrocampistas no están por la labor. Así que se les etiqueta como indolentes y se les pone en una cuarentena eterna. Obligados a un meritoriaje agotador, estos jugadores terminan por perecer a manos del militarismo que nos domina. Quizá Guti no tenga todas las cualidades del mundo, pero muchas de sus cualidades resultan extraordinariamente raras en el fútbol actual. Excelente pasador, con gran capacidad de asociación en el medio campo, capaz para la sorpresa, con una buena pegada, a Guti se le critica por su supuesta indolencia y por su escasa producción de goles, ahora que los mediapuntas se distinguen por su afilado instinto rematador.
Sobre la segunda acusación, cabe decir que Guti no es un mediapunta. Se trata de un volante de enganche, a la manera de Valerón. Con ellos, lo que el equipo no gana en los columpios, termina por ganarlo en los caballitos. O sea, en la elaboración más detallista del juego, aquello que distinguió a la selección española frente a Austria. A Guardiola, por ejemplo, pocos centrocampistas le convienen más que Guti.
Sobre la indolencia: Guti da la impresión de ciclotímico. En sus momentos de mayor motivación, se emplea con un punto de aspereza que recuerda al de Raúl. Sólo que Raúl tiene un temperamento más firme, refractario a la melancolía. Lo más probable es que para sacar lo mejor de Guti haya que darle cariño y responsabilidades a partes iguales. Eso corresponde a Camacho. A Guti le toca responder al desafío y aprovechar la selección como un trampolín para prestigiarse definitivamente.
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