Jacobo Argüelles sitúa en el ejercicio 1988 el inicio de los "artificios contables" de Mario Conde
El ex responsable de informática declara que el sistema contable de provisiones era manual
Jacobo Argüelles, ex director general y ex consejero de Banesto, cesado en 1989, declaró ayer en calidad de testigo que los artificios contables comenzaron a aplicarse en el ejercicio 1988, por lo que decidió abstenerse al votarse las cuentas anuales de la entidad a primeros de 1989. "Las operaciones intergrupo no presentaban la realidad del banco", declaró. Ayer, el ex responsable de informática a partir de enero de 1993 declaró que el banco carecía de una aplicación informática para contabilizar de forma automática los morosos, trabajo que se hacía de manera manual.
Argüelles, que escribió a finales de mayo de 1989 una carta profética sobre el futuro del Banesto de Mario Conde, explicó que fue destituido por el entonces presidente, primero como director general y más tarde, ante su inminente cese, dimitió como consejero el mismo día de la junta anual de accionistas de la entidad. Argüelles envió una carta a Conde en la que tipificaba lo que para él era una gestión aventurera que se apoya en operaciones irregulares. En su carta, el consejero no ahorraba cierta visión crítica de la actitud del Banco de España en aquellas fechas, ya que el banco emisor autorizó algunas operaciones de Conde bastante dudosas, quizá por el próximo naufragio del proceso de fusión entre Banesto y el Banco Central.
Ayer, el fiscal preguntó a Argüelles las razones de su dimisión. El ex consejero manifestó que las cuentas de 1988 reflejan una imagen distorsionada de la realidad del balance y de la cuenta de resultados del banco, razón por la que decidió abstenerse a la hora de firmar las cuentas. "No reflejaban la realidad de la situación de Banesto", dijo. Al ser preguntado por el consejo de administración que Conde nombró, Argüelles señaló, como ya hiciera en su carta, que el entonces presidente tenía un control total sobre dicho consejo a través de las personas que fueron nombradas como fueron los casos de Paulina Beato, Antonio Torrero, Arturo Romaní y Rafael Pérez Escolar. "Los viejos consejeros que no estaban en esa línea se fueron pasando a la nueva forma de actuar", dijo. Ya en su carta de 1989, Argüelles denunció lo que Conde identificaba como la "nueva cultura" a implantar en Banesto.
Según el ex consejero, las operaciones intergrupo realizadas obedecían a la necesidad de presentar beneficios ficticios y no reflejar la realidad. "La información que se nos transmitía era light", dijo.
La defensa de Conde intentó capitalizar para sus objetivos ciertas observaciones críticas que Argüelles había vertido en relación al Banco de España en la carta que envió al dimitir al entonces presidente de Banesto, en 1989. Allí Argüelles señalaba que el banco emisor había tolerado ciertas operaciones heterodoxas (venta de acciones de empresas de Banesto a la Unión y el Fénix, con plusvalías importante para el banco), cuando públicamente había mostrado su disgusto con ellas y las había desaconsejado a la banca española.
Como quien se frota las manos, el abogado Juan Sánchez-Calero buscó ahondar en dicha actitud del Banco de España, entendiendo que Argüelles se estaba refiriendo a un cambio de actitud referida exclusivamente a Banesto.
¿Cuáles eran los objetivos de la defensa? Hacer ver al tribunal que, en efecto, en enero y febrero de 1989, el Banco de España después de "perseguir" a Conde le "autorizó" las cuentas de 1988, previo pago de 300 millones de pesetas. Conde es acusado de apropiación indebida de 300 millones extraídos de la caja del banco y nunca repuestos. Según el ex banquero, ese dinero fue a parar al ex presidente Adolfo Suárez para que "persuadiera" al Banco de España a fin de que se le aprobasen las cuentas de 1988. Argüelles, empero, explicó que él no se refería a un cambio de actitud del banco emisor respecto a Banesto en concreto. Lo que decía, explicó, es que el Banco de España tenía unas directrices para toda la banca y que en el caso de Banesto se había mostrado más tolerante. Las razones, para tal actitud, agregó, las desconocía.
Ayer también prestaron declaración Julio Lage y Javier Molina. El primero fue responsable de informática de Banesto a partir de enero de 1993. Según explicó, en esas fechas Banesto tenía una aplicación para calcular las necesidades de provisión según calendario, según establecía la circular 4/91 del Banco de España.
Sin embargo, la entidad carecía de una aplicación más completa para determinar el nivel de morosidad. Lage explicó que era necesario "enviar los datos al departamento de auditoría interna para que éste hiciera los cálculos manuales" de provisiones a realizar.
La defensa de Pérez Escolar preguntó a Lage y a Molina por requerimientos del Banco de España respecto a la aplicación informática, como si estos fuesen inexistentes.. Ambos dijeron no conocerlos. El hecho es que están en la causa. Son de noviembre de 1992 y de septiembre de 1993.
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