El alcalde destaca la "buena salud" de Barcelona y Miquel Roca habla del "fin de una etapa"
El último pleno del Ayuntamiento de Barcelona antes de las elecciones municipales del próximo 13 de junio se cerró ayer con diagnósticos contrapuestos sobre el estado de la ciudad y la gestión realizada por el equipo de gobierno. Mientras que el alcalde, Joan Clos, ponía punto final al pleno destacando el excelente momento y la "buena salud" de Barcelona, Miquel Roca, desde las filas convergentes, señalaba que el final de este mandato supone "un final de etapa" porque los actuales gestores "ya no tienen proyecto". El PP también criticó "desaciertos".
El de ayer fue un pleno atípico porque se trataba del último de este mandato, al margen del que se celebrará pasadas las elecciones y cuyo trámite se ceñirá a la aprobación del acta del plenario de ayer. Entre los regidores, algunos sabían con seguridad que la de ayer era su última sesión, pero muchos otros aún tenían entre interrogantes su futuro. En la tribuna del público, el alcaldable de CiU por Barcelona, Joaquim Molins, y su segunda, Magda Oranich, asistieron a la primera parte del pleno, en la que se discutió el estado de las cuentas del Ayuntamiento y la salud de las finanzas municipales. Y ése fue uno de los ejes de la polémica entre el equipo de gobierno de la ciudad y la oposición: las cuentas y, además, los proyectos de la ciudad. A las afirmaciones del regidor de Hacienda, Ernest Maragall, sobre el esfuerzo realizado para reducir la deuda y aumentar el ahorro al tiempo que se incrementaba el esfuerzo inversor, Roca respondió criticando el excesivo triunfalismo del equipo de gobierno: "Ya saben aquello de morir de éxito. No creo que se pueda hacer un retrato tan favorable cuando Barcelona registra una pérdida de población joven constante y, por tanto, una pérdida de la población activa". Roca es uno de los regidores que ayer ocupaban su sillón por última vez , en su caso porque se retira de la política activa. Ayer remató su actividad municipal afirmando que se ha llegado "al final de una etapa" porque, en su opinión, "los actuales responsables municipales se han quedado sin proyecto". Parecido discurso, pero en una clave más electoral, mantuvo el alcaldable Molins en los pasillos del Ayuntamiento: "Lo peor que puede pasar es que los responsables de una ciudad no reconozcan los problemas que ésta tiene. Y eso es lo que ocurre actualmente. Barcelona está dejando de ser el motor de Cataluña". También en los pasillos, Ernest Maragall negaba con rotundidad ese panorama e insistía en que la ciudad está "preñada de proyectos". Como ejemplo de ello, Maragall se refirió al orden del día del pleno de ayer, en el que se aprobaron más de 40 proyectos urbanísticos, "y la mayoría por unanimidad". Uno de los más importantes es el que comportará un radical cambio de fisonomía del frente litoral en la desembocadura del río Besòs, actuación en la que también está comprometido el Ayuntamiento de Sant Adrià. "Será el escenario del Fòrum 2004", subrayó el alcalde. En resumen, ese proyecto supone una reordenación que dará espacio a 1.500 viviendas, a la renovación de zonas tan castigadas como La Mina, al puerto de Sant Adrià y al nuevo parque. También se aprobó inicialmente la modificación del plan general para el sector industrial de Can Batlló y el nuevo planeamiento de Bon Pastor. Un proyecto que ayer quedó aparcado "por prudencia institucional", según dijo el regidor Maragall, fue el de Torre Baró. Los vecinos han rechazado la propuesta que les ha presentado el Ayuntamiento.
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