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Las prostitutas de la Casa de Campo temen ser confinadas en un gueto

La negociación abierta por el alcalde de Madrid para llevar a las prostitutas de la Casa de Campo a un lugar más apartado se ha encontrado con fuertes resistencias. El colectivo Hetaira, que se entrevistará esta semana con los responsables municipales, señaló que las meretrices no están dispuestas a moverse, en la medida en que ello supone una merma en sus ingresos además de arrinconarlas en un gueto sin seguridad. "Tienen ya sus puestos fijos y los clientes los conocen; cambiar implica perderlos", añadió la portavoz de Hetairas. En el mismo sentido se expresaron las prostitutas de la Casa de Campo: "Si nos ponen a todas en el mismo sitio, se creará una zona marginal y peligrosa".

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Las prostitutas de la Casa de Campo creen que las llevarán a una zona insegura

VIENE DE LA PÁGINA 1La portavoz del colectivo Hetaira señaló que una de las mayores dificultades a la hora de acotar la prostitución de la Casa de Campo es que, de hecho, ya está parcelada. "Está muy repartida. Por ejemplo, en un sitio están los transexuales, y en otro, las prostitutas españolas..., y eso es muy difícil de cambiar. Sobre todo cuando se quiere meter a todos en un mismo sitio", señaló.

Su opinión era compartida por muchas prostitutas que ayer mismo se exhibían en la Casa Campo. Para ellas, el proyecto que tiene el equipo de gobierno municipal, del PP, de crear para ellas un espacio acotado y alejado de las miradas, les va a traer problemas seguridad, porque las va a ubicar en una especie de gueto. "Vamos a tener todo lo malo concentrado en un mismo punto, que además va a estar alejado de cualquier sitio luminoso o seguro; puede ser muy peligroso", decía ayer por la mañana una prostituta.

Otra que decía llamarse Ana ofrecía su cuerpo más allá de la zona del lago. Los conductores pasaban cerca de ella despacio, para examinar su cuerpo minuciosamente. Entre guiño y guiño, Ana explicaba que "cada chica tiene su zona y los clientes buscan a las chicas donde paran normalmente". "Si nos llevan a todas a una zona puede ser hasta peligroso", advirtió.

Otro punto de queja de las prostitutas era el "acoso" que dicen sentir por parte de la Policía Municipal desde el momento en que multa por "actitud indecorosa" su unión con clientes en sitios públicos. "Eso de perseguir el sexo diurno es, además de un imposible, un peligro: con ello, lo único que van a conseguir es que las mujeres se queden sin trabajo, porque los clientes dejan de acudir por miedo", señaló Briz. "Eso de la multa es una tontería, porque la tenemos que pagar con nuestro trabajo, que es lo que persiguen", dijo una prostituta.

La portavoz de Hetaira, organización fundada hace cuatro años y que defiende la prostitución, aprovechó para criticar las declaraciones de la directora general de Mujer, Carmen Miura, que negaban la representatividad de los colectivos de prostitutas y que ponían en duda que el ejercicio de esta actividad fuese una opción libre (véase EL PAÍS de ayer). "Las prostitutas no son menores de edad. Ya está bien de que no se las quiera escuchar. Decir que su trabajo no es una opción libre es olvidar que sólo unos pocos pueden elegirlo en esta sociedad. Son mujeres con capacidad de decisión, y no sólo víctimas de proxenetas. Sólo piden que se las oiga", dijo.

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