Por fin llega el chándal musical ROGER SALAS
La primera edición de la Pasarela del Carmen se cerró ayer con los últimos desfiles y con la entrega del premio a los jóvenes diseñadores. La satisfacción era la nota dominante entre los organizadores que sin embargo entonaron una autocrítica con vistas a una próxima edición. Entre los aspectos que se barajan está adelantar las fechas hasta febrero, endurecer los criterios de selección de las firmas que pasen sus modelos y replantearse el espacio de los desfiles. Con todo, el éxito de público ha refrendado esta iniciativa.
La primera edición de la Pasarela del Carmen se cierra con un tono ecléctico de singularidades, algo que parece estar en la propia esencia de lo valenciano en la moda. Paco Fortea (que ganó por unanimidad el premio Saloni al joven diseñador) dio una lección de sensualidad mediterránea a través del lino blanco, las organzas maltratadas y unos bordados simples y evanescentes como huellas semidiluidas sobre una piel sin memoria; su trabajo de dibujo y nuevo patronaje desborda seriedad y está empeñado en modificar la silueta del hombre con un nuevo hábito en el que se cruzan Oriente y el Tíbet. A continuación Alex Vidal mostró una colección excesivamente larga y aburrida, como sus chaquetas, llegando al apogeo kischt con unas mallas de las que colgaban pequeñas flores de porcelana de Lladró. Vidal no escatimó chabacanería forzando durante todo su desfile a que se le vieran las tetas a las modelos. Pero a continuación la tarde nos regaló una bocanada de bakalao lírico: la firma Por Fin! abrió con un uso dinámico de la licra gris y un punto naranja butano. Alejandro Sáez juega con imaginación, humor y riesgo, apoyándose en los nuevos tejidos tencel y en los tornasolados, que aparecieron irónicamente en petos asimétricos y vaqueros de talle bajo. Y al final con los bailarines del centro coreográfico de Burjassot todos vestidos con unos preciosos chándals grises lograron mover en sus sillas hasta a las más peripuestas señoras. Hannibal Laguna tiene una deuda moral y estética con Therry Mugler, a quien sigue pisando exactamente sobre sus huellas, y tanto es así que sus vestidos de fiesta con sus bordados de cristal pierden la propia personalidad para convertir a sus mujeres en remedos de las amazonas galácticas del francés original. La firma Siglo Cero presentó un agradable desfile breve y resumiendo su humor para quinceañeras con toques pop, donde no faltan los recuerdos de la ropa infantil. Y finalmente cerró Enrique Lodares con una agotadora e irregular demostración de que no se puede mostrar al público todo lo que se le ocurre al modista. Tras una primera serie de aire étnico con algo de coherencia, comenzó una pertinaz lluvia de locuras que parecían querer recorrer todo el siglo XX. Sin comentarios. Del cast puede decirse que tuvo de todo, con fichajes muy acertados y otros que no han funcionado. Entre ellas destacan Rosa del Toro y Lisell (con su notoria distancia que la emparenta al glamour neoyorquino de antaño) y entre ellos, sin duda, Leto, un animal nato de pasarela, camaleónico y sugerente, capaz de convertirse al estilo de la prenda por vender.
La Pasarela del Carmen adelantará fechas y endurecerá la selección. Por fin llega el chándal musical
Según el director técnico de la pasarela, Josep Lozano, el balance de la primera edición es más que positivo. "Es como un sueño hecho realidad poder vivir en Valencia el ambiente de las pasarelas", dijo Lozano que también matizó: "Es una propuesta humilde que debe crecer con el tiempo, mejorando en temas que hemos visto que pueden funcionar mejor". Lozano apostó por reducir el número de desfiles -este año de lanzamiento han pasado 20 firmas- y endurecer los criterios de selección para aumentar la calidad. Otro tema que preocupa a la organización es el espacio de los desfiles. A pesar de que el Centre del Carme del IVAM es un edificio singular, las dimensiones del mismo son pequeñas. "Habría que replantearselo", señala Lozano. Respecto a las fechas, el director de la pasarela propuso febrero, "ante de fallas en todo caso", como la época idónea para una segunda edición, ya que se presentan colecciones de primavera-verano. Estos términos era compartidos por Paquita Rocamora, del Círculo de Moda, uno de los organismos organizadores del evento. Otro de los organizadores, la patronal valenciana (CEV) también se mostró satisfecha. El presidente de la CEV, Rafael Ferrando, destacó que con esta iniciativa se prentende despertar la necesidad de involucrar más al sector textil y al del diseño de moda. Ferrando señaló que el apoyo de la CEV a la pasarela continuará "hasta que cobre peso propio".La primera edición de la Pasarela del Carmen se cierra con un tono ecléctico de singularidades, algo que parece estar en la propia esencia de lo valenciano en la moda. Paco Fortea (que ganó por unanimidad el premio Saloni al joven diseñador) dio una lección de sensualidad mediterránea a través del lino blanco, las organzas maltratadas y unos bordados simples y evanescentes como huellas semidiluidas sobre una piel sin memoria; su trabajo de dibujo y nuevo patronaje desborda seriedad y está empeñado en modificar la silueta del hombre con un nuevo hábito en el que se cruzan Oriente y el Tíbet. A continuación Alex Vidal mostró una colección excesivamente larga y aburrida, como sus chaquetas, llegando al apogeo kischt con unas mallas de las que colgaban pequeñas flores de porcelana de Lladró. Vidal no escatimó chabacanería forzando durante todo su desfile a que se le vieran las tetas a las modelos. Pero a continuación la tarde nos regaló una bocanada de bakalao lírico: la firma Por Fin! abrió con un uso dinámico de la licra gris y un punto naranja butano. Alejandro Sáez juega con imaginación, humor y riesgo, apoyándose en los nuevos tejidos tencel y en los tornasolados, que aparecieron irónicamente en petos asimétricos y vaqueros de talle bajo. Y al final con los bailarines del centro coreográfico de Burjassot todos vestidos con unos preciosos chándals grises lograron mover en sus sillas hasta a las más peripuestas señoras. Hannibal Laguna tiene una deuda moral y estética con Therry Mugler, a quien sigue pisando exactamente sobre sus huellas, y tanto es así que sus vestidos de fiesta con sus bordados de cristal pierden la propia personalidad para convertir a sus mujeres en remedos de las amazonas galácticas del francés original. La firma Siglo Cero presentó un agradable desfile breve y resumiendo su humor para quinceañeras con toques pop, donde no faltan los recuerdos de la ropa infantil. Y finalmente cerró Enrique Lodares con una agotadora e irregular demostración de que no se puede mostrar al público todo lo que se le ocurre al modista. Tras una primera serie de aire étnico con algo de coherencia, comenzó una pertinaz lluvia de locuras que parecían querer recorrer todo el siglo XX. Sin comentarios. Del cast puede decirse que tuvo de todo, con fichajes muy acertados y otros que no han funcionado. Entre ellas destacan Rosa del Toro y Lisell (con su notoria distancia que la emparenta al glamour neoyorquino de antaño) y entre ellos, sin duda, Leto, un animal nato de pasarela, camaleónico y sugerente, capaz de convertirse al estilo de la prenda por vender.
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