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Crítica:THE CRANBERRIES
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La voz de Dolores

La vuelta de Los Cranberries a la actividad musical tras dos largos años de silencio no ha significado en absoluto el olvido por parte de su público. Y eso que en la presentación en Madrid del cuarto y último trabajo publicado de los irlandeses, Bury the hatchet, no se respiraba un ambiente de expectación, todo lo más, de espera por entregarse sin trabas a la banda de la ahora rubia Dolores O"Riordan. Ya cuando sonaron los primeros acordes de Promises, la inmensa cantidad de fans que llenaba por completo el aforo de la sala comenzó a acompañar cantando, con aplausos y los brazos en alto todo el recorrido musical, que ocupó casi dos horas intensas y perfectamente estructuradas.

The Cranberries

Dolores O"Riordan (voz, guitarra, teclados), Noel Hogan (guitarra), Mike Hogan (bajo), Fergal Lawler (batería). Sala La Riviera. Entradas: 3.500 pesetas. Madrid, 22 de abril.

Los Cranberries prefirieron tocar los temas de sus anteriores trabajos, discos mucho más completos y espontáneos que lo que ofrece su última entrega, que parece algo obsesionada por repetir las claves que han hecho de ellos una banda con capacidad para llegar a todo tipo de público.

El secreto de su éxito, la inmensa atracción que ha provocado la banda desde su aparición en 1992 con el modesto pero impactante Everybody else is doing it, no parece recaer exclusivamente en el carisma de su voz cantante: Los Cranberries han creado una fórmula magistral para sus canciones; la mezcla exacta de furia y dulzura. La repiten constantemente y siempre aciertan.

En su último trabajo aparece un tema con el título de Animal instinct, que quizá resuma el ideario de todas las letras de sus discos, y es, sin duda, como escriben Los Cranberries, el instinto animal de supervivencia de todos nosotros, seres humanos, lo que nos hace seguir disfrutando ante la incontrolable vida que nos rodea.

Una mezcla de música e ideas que parece resumir el secreto de su éxito.

Ya sobre el escenario, Dolores y su banda se movieron con mucha facilidad por todo el repertorio. La cantante, que apareció vistiendo unos vaqueros y una pequeña camiseta rosa, pisó cada esquina con una energía que le hacía cambiar sin descanso de la guitarra a los teclados.

Arrebato

Haciendo escaso alarde del poder de su voz, capaz de llegar a todos los rincones de la sala, Dolores nunca quedó ahogada por el arrebato constante del resto de los instrumentos. Bajo unas luces escasas pero directas que surgían desde lo alto del fondo del escenario, Dolores también se marcó unos cándidos bailes y el público acompañó con entrega absoluta el magnetismo aniñado de la cantante.

O"Riordan dirigió, atractiva e incansable, un concierto que se saldó en un rotundo éxito de comunicación con el público.

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