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La sencillez del periodismo caliente

Ramón Besa es un periodista que no responde a la descripción que de este oficio hace el famoso chiste "no le digas a mi madre que soy periodista; ella cree que trabajo como pianista en un prostíbulo". El respeto que se ha ganado dirigiendo la sección de Deportes de este periódico y colaborando con otros medios quedó demostrado ayer durante la presentación del libro Del genio al mal genio (Dèria editors), una selección de sus artículos publicados en EL PAÍS en los agitados años de reciente vida culé. Agrupados en cinco capítulos temáticos, los textos recopilados trascienden la caducidad del día a día y, gracias a la distancia del tiempo, ofrecen nuevos matices que, generalmente, son devorados por la inercia informativa que rodea al Barça. La variedad de entrenadores y jugadores, la búsqueda de una identidad en la que convivan mitos de importación y raíces canteranas, y los múltiples y crónicos problemas generados alrededor de la directiva permiten a Besa desarrollar una línea de pensamiento común a buena parte del barcelonismo. Esta ideología, que huye del dogmatismo y de la resignación como de la peste, bebe de la tradición heredada de los antepasados, de las leyendas de unos héroes que, pese a llevar pantalón corto, nunca nos parecen ridículos y de un gusto por un patrón futbolístico en el que, puestos a elegir entre la pelota y la disciplinada coreografía táctica e inoxidable, se opta por el balón. La sala de actos del Colegio de Periodistas se llenó de lectores, amigos, alumnos, maestros, parientes, teléfonos móviles, colegas y algún que otro ex futbolista (del Barça, of course). Detrás de la mesa presidencial, abrieron fuego el periodista Emilio Pérez de Rozas y el ex presidente del Barça Raimon Carrasco. El tema fue el club, claro, y se habló de cómo se ha digerido periodísticamente el trauma que supone haber pasado del Gallina de Piel Way of Life al Sentido Trágico del Yo Pienso. Pérez de Rozas destacó la valentía de Besa y su modo de interpretar el alma culé con la misma dosis de pasión que de sentido común, sin dejar de tener lo que denominó "perspectiva sensata". Carrasco, en cambio, utilizó el sarcasmo para criticar a Núñez -"No sé si és que jo sóc tonto o ell s"explica malament"-, la ironía para reivindicarse a sí mismo, el respeto para halagar a Besa, la emoción para referirse al club en unos términos sentimentales -"Allà on no arriba Catalunya, arriba el Barça"- y la aproximación para definir eso, tan raro, de ser "més que un club". Luego, tras los agradecimientos de rigor, orgullosamente humilde y modestamente orgulloso, molesto a partes iguales por el halago excesivo y una posible mala interpretación del acto, Besa recordó que Del genio al mal genio no forma parte de ninguna conspiración contra nadie ni nada, sino que supone la reivindicación de un tipo de periodismo normalizado en el que él cree, que desprecia la fiebre de comunicados y rumores auspiciada por los cenáculos que mueven al fútbol y sus procelosas aguas. Mientras sonaba la sincera ovación de los presentes (Besa acabó su parlamento con una frase incendiaria que, a duras penas, lograba disimular la mezcla de vértigo y emoción que experimentaba: "Els periodistes esportius tenim partit cada dia"), noté un intenso pitido en los oídos. En primera instancia, pensé que se trataba de un (otro) teléfono móvil. Luego, sin embargo, resultó ser un mensaje del Capità Puig que, telepáticamente, seguía el acto. Por razones de interés informativo -y porque cuatro ojos siempre ven más que dos con dioptrías-, se lo transcribo: "La jugada de mayor espectacularidad del acto, fue, empero, protagonizada por Ramón Pichichi Besa, que tras finalizar los parlamentos al uso, cogió el esférico. Vamos, que impidió con un par de goles de cintura que el acto, su libro y la prensa deportiva -es decir, su vida-, perdieran esferidad y se redujeran a una planicie denominada antinuñismo, un páramo comparable, en algunos casos, al nuñismo. Besa explicó aquí y para ello la "singularidad del periodismo deportivo", que consiste en los periodistas que lo realizan y en cómo lo realizan. Se trata de unos tipos que "explican lo que ven y se ven obligados a decir si les gusta o no". Se trata de un periodismo que "toma partido" y "practica el periodismo caliente, el periodismo de diario", de lo que cabe deducir que se trata, en fin, de periodismo. Eso invita a pensar que Del genio al mal genio es una de esas cosas tan infrecuentes por aquí abajo como lo son los libros de artículos periodísticos, que, unos meses después de salir al mercado, sirven para que un chaval, en la facu, pueda leer algo anterior a él, tener referentes, negarlos o hacerlos crecer y aprender un poco a ir a los sitios, explicar lo que uno ve y tomar partido. Algo que no tiene nada que ver con el antinuñismo, pero que, para qué nos vamos a engañar, mezclado con cierta educación sentimental, conduce a ello".

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