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AULASTEATRO

"Rula el bicho", contra las drogas

El taller de teatro del IES Llanes (Sevilla) monta sus obras a partir de las experiencias de los jóvenes

J. MAYORDOMO, Sevilla Como ocurre en las grandes compañías de repertorio, en el aula de teatro del Instituto de Educación Secundaria Llanes (Sevilla) no dan abasto. Hay días que tienen hasta tres representaciones en tres pueblos distintos. Ayuntamientos, facultades, institutos, asociaciones de vecinos, cafés, mercados... Y hasta la cárcel o el psiquiátrico reclaman su presencia para que interpreten unas obras que tienen su mayor virtud en "su entronque social y en que reflejan la realidad", comenta Antoni Talens, principal impulsor de este taller, que ahora cumple 10 años y por el que han pasado ya más de 130 alumnos. Talens, valenciano, de 32 años, y profesor de Artes Gráficas, observa e indaga en el comportamiento social, sobre todo de los jóvenes, para, a partir de ahí, construir un primer texto que, poco a poco, irá enriqueciéndose con las aportaciones de los actores. En las 22 obras representadas hasta ahora ha habido de todo: desde las famosas Fuiste a ver a la abuela???, de Fermín Cabal (1993), e Historias de la puta mili, de Ivá (1994), hasta llegar al planteamiento actual, "un teatro de compromiso, más real, con el que pretenden atender unas demandas sociales que, desde el punto de vista teatral, no tienen respuesta, explica Talens". En este contexto han surgido los últimos montajes del IES Llanes. ¡Que vienen los drogones! (1997) es una propuesta de reflexión para niños de 8 a 10 años sobre la prevención del consumo de tabaco y alcohol. El año pasado estrenaron SolIDAridad, basada en la enfermedad del sida. Según Talens, "cualquier persona, no importa su edad ni extracción social, puede verse reflejada en la representación de estas obras". Y ésa es la clave de su éxito porque, "hasta el alumnado más díscolo termina poniendo atención" cada vez que se representan". Al final de cada actuación hay un coloquio "con lo que los objetivos se cumplen sobradamente", recalca satisfecho. Pastillas de colores Faly, Gorka, Isa, Estrella, Rocío, Belén, Rakel, y otra vez Rocío, (seis chicas y dos chicos; entre 18 y 25 años), componen el cuadro de actores del último montaje -Rula el bicho-; un texto que Talens ha escrito a partir de obras literarias como Éxtasis o Trainspotting, de Irvine Welsh, o de la documentación que el Plan Nacional sobre Drogas le ha enviado. Con Rula el bicho pretende denunciar el consumo de drogas de diseño entre los jóvenes. La acción discurre en una discoteca donde Mikel (Faly) consumidor compulsivo de estas drogas, organiza una fiesta. "Se van a meter de tó pá pegarse el pasón, con un pincha cañero que les hará tener unos flasbacks extásicos y ponerse off", escribe en la sinopsis de la obra que aparece en el tríptico que le entrega a los espectadores, al entrar a la representación, junto a una bolsa de pastillas de colores. A la novia de Mikel (Amaya) no le sientan bien las pastillas y a otra pareja (David y María) que pretendían alcanzar la gloria sexual tomándoselas, tampoco. Además, hay un químico, un policía y una reportera que indagan y explican las causas y porqués de esta nueva moda de drogarse. Los espectadores participan -"se toman sus pastillas cuando se les indica", aclara Talens- y reflexionan y se informan. Ése es el objetivo. "Yo he aprendido muchas cosas que, si no fuera por el teatro, ignoraría", dice Faly. Y Rocío habla "del miedo a salir a escena", mientras Rakel comenta que "le gustaría seguir en esto". Y todos señalan que faltan recursos para promover el teatro social entre los jóvenes. Como instrumento pedagógico, el taller de teatro del Instituto de Educación Secundaria Llanes también se valora; el equipo directivo del centro lo apoya. Talens hablar de "las otras posibilidades de relación y aprendizaje" que se le ofrecen a quiénes participan en el taller. "Cada comienzo de curso se apuntan más de 50 alumnos. Aunque, a medida que avanzan las clases, muchos abandonan". En unos casos son los padres ("que nos exigen la misma dedicación al estudio que al teatro", señala Rakel), y en otros es el profesor de turno que no ve con muy buenos ojos que se le dedique más tiempo a esta actividad extraescolar que a su asignatura. El taller funciona los viernes de una a tres de la tarde, y los ensayos son por la tarde, dos días por semana. Sus componentes, aspirantes a trabajar en jardines de infancia, como educadores de disminuidos psíquicos, o de pintores decorativos, "saben que no son imprescindibles en el grupo y, por tanto, si quieren actuar, han de trabajar", puntualiza Talens. La filosofía del taller es: "No se da moralina y, el que quiera, puede marcharse". Pero los que se quedan, cuenta el director, "quisieran hacerlo para siempre".

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