Checa y Crivillé arrancan con fuerza

Difícilmente la temporada del Mundial de motos podía comenzar mejor para los pilotos españoles. Tres cajones en un solo día. Hacía tiempo que no se lograba semejante resultado colectivo. Carlos Checa (Yamaha) y Àlex Crivillé (Honda), segundo y tercero en 500cc, y Emilio Alzamora (Honda), segundo en 125cc, se pusieron de acuerdo para anunciar que 1999 puede proporcionar una buena cosecha al motociclismo español. Ninguno de ellos ganó, pues las victorias se las llevaron el estadounidense Kenny Roberts (Suzuki 500), el italiano Loris Capirossi (Honda 250) y el japonés Masao Azuma (Honda 125). El cocodrilo Mick Doohan intuyó desde el primer kilómetro de la primera carrera del curso que éste no va a ser un año fácil para él. La revolución parece preparada, y los dos candidatos españoles al trono más preciado tienen las armas a punto para la lucha. Ganar de entrada hubiera sido una joya. Bastó con lo siguiente mejor para sembrar ilusión entre los aficionados, entre aquellos que madrugaron para ver en directo las carreras.

Pero si lo que ocurrió ayer en el fastuoso circuito de Sepang (Malaisia) sirve de ejemplo, hay muchos otros pilotos implicados en la pelea. Quizá el menos esperado de los protagonistas fuera el triunfador del día. El hijo mayor del legendario marciano Kenny Roberts aparecía en minúsculas en los pronósticos. Si alguien debía amenazar a Doohan, tenían que ser sus compañeros de Honda, empezando por Crivillé, o tal vez el reforzado ejército Yamaha, con el italiano Max Biaggi y Checa a la cabeza.

Pero ayer apareció Roberts, hasta hace poco júnior, para obligar al personal a mirar en los libros históricos. Hacía casi cinco años que un estadounidense no ganaba un gran premio. Y sólo uno menos que una Suzuki no enseñaba el colín a toda la competencia. La primera victoria en la vida del californiano también convirtió el abrazo con su famoso padre en la foto del día.

Papá fue tres veces campeón del mundo de 500cc y abrió el camino para todos los norteamericanos que después dominaron el Mundial con su particular estilo de derrapaje. El niño, a los 25 años, está maduro. Es el hombre que defenderá el liderato del Campeonato del Mundo el próximo domingo en Motegi (Japón), donde se disputará la segunda carrera.

Para la audiencia internacional, Kenny Roberts acaparó mucho interés. Sin embargo, los españoles, aunque visitantes más asiduos del podio del éxito, también dieron que hablar. Checa fue indiscutiblemente el mejor de los supuestos aspirantes al título. Pese a que partió de la cuarta fila de parrilla, tuvo un arranque perfecto y enseguida se acercó a las primeras posiciones. "Lástima que cuando llegué delante, Roberts ya se había escapado", explicó el piloto catalán.

Crivillé también cumplió con su deber de viajar delante. Luchó por el liderato en los primeros giros, hasta que Roberts se mostró inalcanzable, y después peleó con Checa por la segunda posición, a la vez que resistió la recuperación de Doohan. El piloto australiano terminó cuarto y sirvió como ejemplo de una situación inhabitual: las Honda sufrieron para seguir el ritmo de los rivales.

El actual campeón salió fatal -pasó 11º por meta en la vuelta inicial- y le costó acercarse a las primeras posiciones. Le ayudaron las bajas de varios notables, sobre todo Biaggi, que abandonó por culpa de una avería eléctrica, y también la caída simultánea del estadounidense John Kocinski (Honda) y el japonés Norick Abe (Yamaha).

La escapada en solitario de Roberts convirtió la pelea fraterna de Checa y Crivillé en lo más brillante de la carrera. Se pasaron varias veces, y al final fue el noi de Sant Fruitós el que derrotó al nen de Seva. "Ha sido una carrera muy difícil", reconoció Crivillé, que como los demás perdió unos dos kilos durante los 116 kilómetros recorridos a casi 40 grados. Dentro de unos días en Japón la temperatura será más baja, pero las dos estrellas españolas intentarán, por lo menos, repetir el brillante resultado de ayer.