Europa herida

Europa ha sido tocada. Se ha abierto, en su costado centro-este, una herida sangrienta. Y es que Europa, de ese costado, anda coja, pues no hace mucho que recibió en el mismo sitio. Se desangra con rapidez. En pocos días ha desparramado un charco inmenso de gentes huidas, de ciudadanos acosados que abandonan a sus muertos, sus casas, sus esperanzas; en definitiva, sus vidas. Son los fantasmas del siglo XXI que no comprenden el fatal destino que un macabro sorteo les ha impuesto sobre sus espaldas. Familias destrozadas, niñas y niños envueltos en un frío fúnebre para el resto de sus días, ancianos que ya no podrán morir en paz. Son ríos sin rumbo, que es lo peor que les puede pasar a los ríos, quedarse sin rumbo. Como vecinos europeos de estos amigos debemos abrirles nuestros hogares, ofrecerles toda nuestra ayuda para recomponer su horizonte oscurecido. Debemos emprender una ciudadanía activa para exigir a nuestros Gobiernos que se ocupen de ellos, que sea Europa la que, lamiéndose la herida, consiga sanarlas y recuperar su andar enderezado. Que seamos nosotros quienes decidamos al ver nuestros anhelos en las voces y acciones de quienes nos representan. Debemos romper con la apatía y la dejadez para que a estos desgraciados vecinos no les envuelva la apatía y la dejadez. Rescatar la imaginación, la coherencia, la ética, la transparencia de la sinceridad y otros valores hoy en desuso pero que, a buen seguro, nos evitarán nuevas heridas mañana.-