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... y un jamón

Expresión que utiliza el vulgo y que acompañada del instrumental "con chorreras" se utiliza para enfatizar que lo que el otro ha dicho o prometido es absolutamente falso y que además lo sabe. Aunque ciertamente la primera expresión que vino a mi mente cuando leí las declaraciones del consejero de Cultura, Educación y Ciencia, señor Tarancón, y que el día de San José publicó EL PAÍS, fue otra; ésta, más utilizada, de contenido escatológico y que sólo las más elementales normas de estilo impiden que se utilice como título. Decía el consejero que en materia de educación "la sociedad valenciana está comprendiendo el esfuerzo del Gobierno de Zaplana, que ha actuado o lo está haciendo", ¡el esfuerzo del Gobierno de Zaplana!, pues eso..., y un jamón. El señor Zaplana llegó al gobierno en el verano del 95 y lo primero que hizo, dada su gran preocupación por la enseñanza, fue nombrar consejero de Educación al señor Villalonga, de quien sabía que se iría a Madrid al año siguiente, nada más se celebrasen las elecciones generales. Y después nombró a una más, que pasó a Bienestar Social y después a otro más, que también se fue a Madrid, ¡y en poco más de tres años! A eso se le llama sensibilidad política, respeto a una sociedad. Es más, en cuanto sus hombres se sentaron en la Consejería de Cultura, Educación y Ciencia lo primero que hicieron fue ordenar un "quietos, todos paraos" a quienes estaban trabajando en los proyectos de nuevas construcciones. No se cansaron de decir a la prensa que Joan Romero, el último consejero socialista, había hipotecado la capacidad de acción del nuevo gobierno del Partido Popular porque había comprometido la construcción de varios institutos. El esfuerzo se ve en los presupuestos. Los del 95 los habían heredado y de ellos no quisieron saber nada. Los dejaron pasar. Para el 96, como eran nuevos en el asunto de la gestión, copiaron los anteriores de los socialistas, y en el capítulo dedicado a construcciones de institutos de educación secundaria pusieron la misma cifra, 10.532 millones; pero, durante 1996, el señor Olivas, dueño de la hacienda valenciana, los adelgazó en 5.000 millones. Había que reducir el déficit, aunque sólo fuese numéricamente. Estábamos "convergiendo" con Europa. Y de lo construido ese año, mejor no escribir nada, nada construyeron. En los presupuestos del 97 los millones quedaron reducidos a 7.690 y con todo ese dinero, nada, tres institutos nuevos. 1997 fue el año de las plataformas en defensa de la enseñanza pública, de las manifestaciones de gran parte de la comunidad educativa y los del PP comprendieron que no podían ser tan explícitos en su lenguaje pues se les veían las intenciones concordantes con su verdadero pensamiento político. La orden fue hablar mucho de enseñanza y poner grandes números. Y así en los presupuestos del 98 la cantidad consignada para construcciones y arreglos en secundaria fue de 11.895 millones. Lo malo es que sólo se gastaron unos 5.000 millones. Pero a pesar de lo poco gastado, en los del 99 los millones se incrementan hasta 13.211. Aún estamos en el primer trimestre y aunque el señor Tarancón reconoce que hay un estrangulamiento en la gestión de esos dineros, dice que le va a poner remedio, ya veremos cuántos institutos nuevos se levantan realmente este año. Pero sólo se esfuerza uno en aquello en lo que cree, en aquello de lo que está convencido. Lo cuentan quienes estaban allí y lo oyeron. Caminaban juntos el entonces presidente de la Diputación de Valencia, señor Tarancón, y la directora general de Centros, se inauguraba el Instituto de Educación Secundaria de L"Alcúdia. "Cuánto nos ha costado este instituto", inquirió el entonces presidente de la Diputación. "1.200 millones", respondió la directora general. "Pues éste es el último que hacemos", sentenció el entonces presidente de la Diputación de Valencia, ahora consejero de Educación. Las palabras suelen ser la expresión de lo que se piensa, sobre todo cuando son dichas en una conversación informal. ¡Qué difícil debe ser gobernar en contra de lo que uno piensa! ¡Cuán doloroso debe ser defender aquello, la enseñanza pública, que uno detesta! Y por último el esfuerzo sólo es posible desde la claridad y no desde la confusión. El señor consejero decía en EL PAÍS del día 19 de marzo que "en menos de dos meses estarán adjudicadas las obras de construcción de centros escolares de Almoradí, Almussafes...", y así seguía hablando de centros de secundaria y de institutos de bachillerato. Total confusión. Uno se pregunta si saben de qué están hablando. Por una parte la Ley General de Ordenación del Sistema Educativo determina que los tipos de centros son de Primaria y de Institutos de Educación Secundaria, excepcionalmente habrá centros específicos de Formación Profesional. Por otra parte, no es lo mismo "la adjudicación de las obras" (consejero de Educación) que "la redacción de los proyectos" (director general); vamos, piensa uno. La sospecha de que quieren hacernos creer que se construyen tantos institutos como se nombran se convierte en certeza, es decir, ellos desean que la gente piense que los institutos se construyen tantas veces como sean nombrados y por eso les ponen nombres cuando los piensan, cuando manifestan que los van a construir, cuando un arquitecto hace el proyecto, cuando... etcétera. Miseria. Podían decir claramente lo que piensan y actuar en consecuencia. Tienen todo el derecho. Nada de lluvia fina de la que uno sólo se entera cuando está empapado y con pulmonía. Nada de eso, chaparrón y que cada uno decida si se queda a la intemperie o se protege de esa lluvia, dando el voto a otro partido. Que no repitan más aquello de que los del anterior gobierno socialista no hicieron nada en la aplicación de la LOGSE, los dos consejeros y la consejera anteriores al señor Tarancón fueron nombrados por el señor Zaplana; y además, en estos momentos, el Partido Popular lleva en el gobierno aplicando la LOGSE casi tanto tiempo como lo estuvo el Partido Socialista, cuatro años.

Luis García Trapiello es miembro de la Federació d"Ensenyament de CC OO-País Valencià.

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