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La huella del toreo

El francés Loren hace pintar con la muleta al diestro Tomás Campuzano

Son como las huellas de las estrellas de Sunset Boulevard, pero no son mitos de Hollywood, sino de la lidia. Y no las dejan con las manos, sino con los trastos de torear. El diestro Tomás Campuzano, que se retira este año, ha querido dejar para la posteridad la huella de su arte. Por eso anteanoche la emprendió a muletazo limpio con unos trozos de papel. El torero pintó sus pases: primero un trincherazo, luego dos naturales, una giraldilla, un molinete invertido... El pincel era la muleta, embadurnada de pintura negra, y el coso el suelo de la galería sevillana El 7, donde unas largas tiras de papel sirvieron de soporte a estas toreografías. Así las llama el autor de la idea, el francés Laurent Pallatier d"Aume, Loren, un ex novillero que prefirió cambiar el capote por la paleta. "El toreo no deja rastro si no en la retina y la memoria. He querido recoger la huella gráfica de las faenas de famosos matadores a través de performances como ésta. Yo lo concibo como una especie de escritura automática de la lidia. Es la huella del toreo", explica Loren, que fue cocinero antes que fraile: en 1979 ingresó en la Escuela de Tauromaquia de Madrid. El Cordobés le llamó El Rubio de París. También se le conocía como Lorenzo del Yelmo. Pero un novillo le cambió la vocación: en 1982 abandonó el ruedo, aunque no su pasión por los toros, y se dedicó de lleno a la pintura. "Un novillo me dio una cornada y me rompió el traje. En mi rabia y frustración, lo pegué en un lienzo y lo pinté", recuerda Loren, de 39 años A José María Manzanares le gustó el resultado y le entregó varios trajes viejos. Loren los desgarra, los corta y después los introduce en un molde de poliéster, para pintarlos encima. También realiza collages con los restos. A veces, remata la faena con un escáner en busca de medallas ocultas en un forro o antiguos desgarrones de cornadas zurcidos. Son sus radiografías taurinas, que junto a sus óleos se podrán ver en la galería hasta el 1 de mayo. Su inquietud por investigar el mundo de los toros le llevó, la pasada Nochevieja, a encerrarse 60 horas en el chiquero de la plaza francesa de Vic-Fezensanc con un toro bravo que él mismo compró. Separado del animal por un cristal blindado, Loren se dedicó a observarlo y pintarlo. "Quería disfrutarlo en la intimidad", dice.Otros toreros como Fran Rivera Ordóñez, José María Manzanares o José Tomás ya han hecho sus toreografías con Loren. El día 20 lo repetirá con José Antonio Canales Rivera, que acabará seguramente como Campuzano: con los pantalones de pena.

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