El desastre de la ESO
Entre los alumnos de enseñanza secundaria obligatoria (ESO) se encuentran protegidos por la ley algunos que no quieren aprender y, lo que es más grave, que no dejan aprender a los demás. Estos alumnos, si no estuvieran en los institutos (la enseñanza privada se deshace rápida y hábilmente de ellos), probablemente crearían graves problemas en la calle. En cierto modo, el profesorado de enseñanza secundaria obligatoria pública, a costa de sus nervios y algo más, está prestando un servicio, pobremente valorado, a la sociedad española en general y al Ministerio del Interior en particular.La ley protectora les ofrece a algunos jóvenes una enseñanza que ellos rechazan por diferentes motivos, impidiendo unas mínimas condiciones favorables para el aprendizaje de los otros alumnos "normales", cuyos derechos son así continuamente vulnerados.
La ley debería proteger a todos y, por tanto, dejar aprender al que quiere, y no obligar a aprender al que no quiere.
Al que no quiere, por supuesto, no se le debe dejar en la calle, como firme candidato a delincuente. Por ley se le debe ofrecer algo distinto a lo que hacen los alumnos normales, en diferentes aulas y con la atención de personal adecuadamente preparado (pedagogos, psicólogos, asistentes sociales, etcétera). Ésa sí que sería una ley que protegería a todos.- Profesor del IES de
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