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Crítica:CRÍTICATEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Estrépito testimonial

Shoe box (caja de zapatos) De Alfredo Sánchez. Intérpretes, Carmen Segarra, Carles Sanjaime, Alfredo Bartolomé, Begoña Santalices, Rubén Casabán, Arturo Valls. Iluminación, Pedro P. Hernández. Montaje de sonido, Carlos Marco. Vestuario y escenografía, Ángel Aguadé. Dirección, Enrique Belloch. Teatro Rialto. Valencia, 6 de abril.Hay en este montaje una mezcla de pretensión testimonial y malditismo que sólo puede llegar a buen puerto mediante grandes dosis de talento. La trayectoria alternativa de Enrique Belloch no será puesta en entredicho por los hallazgos de ese espectáculo. Un texto que oscila entre la reciedumbre de las situaciones y de las expresiones y una cierta pretensión poética, ajeno en general a toda sutileza y tibiamente apegado a la progresión dramática, presenta una situación dislocada (reforzada en todo momento por una escenografía acaso demasiado obvia) en la que un puñado de prisioneros de no se sabe dónde ni a causa de qué son puteados a conciencia por un guardián que dispensa psicotropos, violaciones y garrotazos a su antojo y que será finalmente liquidado por los encerrados, aunque ello no parece mejorar en nada la situación de los enclaustrados, tal vez condenados de por vida a la pérdida de su libertad por deseo del autor de la obra. Todo esto, y algunos recitados que a veces buscan su sinsentido en la belleza del texto, se dan mediante un lenguaje que no renuncia a la escatología, lo mismo que algunos pasajes alardean de una crudeza simulada que se diría algo gratuita. Todo muy en la línea de una protesta genérica contra unas condiciones de vida que se ofrecen como metáfora de una realidad social más amplia y en la que los personajes son estereotipos, ya sea de rebeldía, de locura, de resignación o de diversas funciones sociales, como la que se atribuye a la familia. La dirección de Enrique Belloch no desdeña subrayar los momentos fuertes de la obra, quizás persuadido de que el estrépito es en sí mismo revolucionario, si bien tampoco ahorra esclarecer los escasos momentos de humor de la obra. Carmen Segarra destaca por encima de un reparto desigual.

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