El fiscal solicita 13 años para tres jóvenes acusados de matar a otro y trocear su cuerpo

Un juez de Móstoles ha decidido llevar a juicio a los tres jóvenes acusados de matar en 1997 de una paliza a un muchacho de 22 años, de descuartizar su cuerpo y de enterrarle luego, calcinado, en una fosa que uno de ellos abrió en el jardín del chalé que posee en una urbanización de Villanueva de la Cañada. Aún no hay fecha para celebrar el juicio por este crimen, que se celebrará en la Audiencia de Madrid con la intervención de un jurado popular y que contará con la declaración de un testigo protegido. El fiscal pide para cada uno 13 años de cárcel.

El móvil del horrible crimen que costó la vida a Joaquín G. J. pudo ser un ajuste de cuentas por drogas, según se desprende de las diligencias judiciales. El juez ha abierto juicio oral contra estos tres jóvenes tras haberlo solicitado así el fiscal y el abogado de la familia del fallecido. Aparte de los 13 años de cárcel por homicidio, el fiscal pide que los acusados indemnicen con 15 millones de pesetas a los padres de la víctima. Los acusados son Julio P. N., quien entonces tenía 34 años y atencedentes penales; su hermano Óscar, de 23, y un amigo de ambos, Andrés G. M., de 24 años.El abogado de la familia de la víctima narra en su escrito que, sobre las cinco de la tarde del 28 de febrero de 1997, los tres acusados detuvieron en una calle de Madrid el vehículo en el que iban e invitaron a subir en él a la víctima. El fallecido, siempre según este relato, subió al asiento delantero del coche porque conocía del barrio a sus ocupantes. Una vez dentro, Julio P. N., supuesto cabecilla de este espeluzante crimen, le roció la cara con un spray de los denominados de antiviolación y le dejó aturdido. A continuación cogió una llave de hierro que había en el coche, de las que se utilizan para cambiar las ruedas, y le propinó un fuerte golpe en la cabeza. Joaquín perdió la conciencia. Seguidamente le llevaron hasta la Casa de Campo, donde le ataron y amordazaron y le trasladaron a la parte posterior del vehículo.

En ese momento, Óscar se apeó del coche y los otros dos acusados, con Joaquín moribundo, se dirigieron a la localidad de Villanueva de la Cañada. Una vez allí, y siempre según este relato, que consta en el sumario, los dos acusados le llevaron hasta el chalé que Julio compartía con su novia en la urbanización La Raya de El Palancar, situado en la calle de Rosas.

Al llegar al chalé, Julio, con ayuda de Andrés, cogió un hacha y un cuchillo y comenzó a trocear el cuerpo de la víctima.Mientras le cortaba la cabeza y las extremidades, Julio espetó al cadáver: "Joaquín, esto te pasa por chulo".

Seccionado el cuerpo, envolvió en bolsas las distintas partes y las arrojó a una improvisada hoguera para calcinarlas. "Una vez quemados los restos y después de haberse extinguido el fuego, los perros que Julio tiene en la finca se comieron los restos que habían quedado", según detalla el abogado de la familia en su estremecedor relato. Luego abrió una fosa de 80 centímetros en el suelo y enterró allí los restos calcinados. Y cuatro días después "echó sobre el terreno donde había enterrado el cuerpo una capa de cemento y colocó encima maderas para ocultar el cadáver".

Versión del fiscal

La versión del fiscal coincide básicamente con la expuesta por el abogado de la familia, aunque es más escueta y no hace mención a la supuesta intervención de los perros y a la calcinación del cadáver. Se limita a decir que, tras el crimen, la víctima fue troceada y enterrada. El fiscal discrepa del abogado en la calificación de los hechos, que considera homicidio, y pide para cada uno de los acusados 13 años de prisión. El abogado de la familia, en cambio, solicita 17 años de prisión y entiende que Joaquín G. "fue asesinado" porque ni siquiera le dieron tiempo a defenderse.Los acusados lograron ocultar el crimen durante muchos meses. La policía, tras denunciar los padres de Joaquín su desaparación, interrogó a amigos de la víctima y averiguó las desavanencias y rencillas que Joaquín mantenía con sus supuestos asesinos. Tras seguir los pasos de los sospechosos y con las pistas aportadas por amigos del entorno de unos y otros, los agentes hallaron en el jardín de Julio la fosa que contenía el cadáver de Joaquín.

Los abogados de los tres acusados aseguran que no hay pruebas que permitan implicar a sus clientes en el crimen. El informe más contundente es el del abogado de Andrés G., quien sostiene que su cliente ni ayudó a introducir a la víctima en el coche ni intervino en el traslado del cadáver, y menos aún en su muerte. Por ello, pide que se le exculpe de este crimen. Lo mismo solicitan los letrados de los hermanos Julio y Óscar P. N.

De los tres acusados, sólo Julio continúa todavía encarcelado. En concreto, se halla en la prisión de Alcalá-Meco. El juez, en el auto en el que decide sentar a los tres en el banquillo, aceptó la libertad provisional de Óscar y Andrés, pero mantuvo en prisión a Julio. Paralelamente, les ha impuesto una fianza de 15 millones de pesetas con la advertencia de que si no la pagan les embargará todos sus bienes.