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Una población con grandes firmas

El caso de Mollet del Vallès es bastante especial. Su destino era el de ciudad dormitorio sin más atractivo que el de un decorado de cine suburbial a lo Ken Loach. Pero no, este municipio de unos 46.800 habitantes atravesado por tres líneas férreas y rodeado de autopistas y carreteras importantes está recobrando su orgullo, ganando habitantes y convirtiéndose en una de las citas de la nueva arquitectura catalana. La lista de edificios de interés arquitectónico realizados en los últimos años es larga e incluye obras de Bach-Mora, Bohigas-Martorell-Mackay, Esteve y Robert Terradas, Garcés y Soria, Mariona Bonet y Manel Ribas i Piera, por citar unos pocos. Se trata de edificios de viviendas, escuelas, centros culturales, mercados, museos, parques, piscinas y nuevas ramblas. A esta rehabilitación se suma una campaña de esculturas públicas que culminará en el 2001 cuando se instale en la fachada del nuevo Ayuntamiento un mural diseñado por Joan Brossa que juega con el símbolo del pez que representa a la ciudad. "Queremos configurar un municipio que en sí mismo pueda ser interesante", comenta la alcaldesa Montserrat Tura, del PSC, que confiesa que su objetivo ha sido "reinventar" aquella ciudad suburbial de los sesenta a través de actuaciones de fuerte relevancia cultural. "Poco a poco, con las actuaciones a pequeña y media escala que hemos ido haciendo, hemos conseguido tener más zona verde que los estándares de las grandes ciudades catalanas", afirma orgullosa. "Somos la ciudad metropolitana con más superficie verde por habitantes". Una de sus últimas apuestas es el Parc dels Colors, con diseño del arquitecto Enric Miralles, quien confiesa que utilizará la experiencia de Mollet para el nuevo parque que construye en Diagonal Mar. El proyecto de Mollet es de 1992, pero por diferentes razones su materialización se ha ido alargando. Miralles se ha propuesto algo más que una zona verde en este espacio. "He intentado, más que hacer un paisaje, describir un paisaje social relacionado con su entorno urbano", afirma el arquitecto. El parque tiene una estructura compleja, con zona ajardinada, una plaza central para actuaciones, pistas de petanca, fuentes, espacio para un futuro centro social y diversas zonas de descanso. Una vez acabado, destacarán los muros perimetrales alzados y decorados con imágenes estilizadas tomadas de graffitti y el pavimento de distintos colores con formas orgánicas que se sitúa en distintos lugares del parque. "El pavimento recrea la idea de que el parque estaba habitado. De hecho, es un parque que pertenece más a la casa que a la calle. Hasta que crezcan los árboles, será este pavimento de hormigón coloreado el protagonista del parque". Para Miralles, que confía en que en un 80% pueda estar acabado antes del verano, el parque funciona como "pieza iconográfica, como símbolo que aglutina el barrio".

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