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FÚTBOL

Las presiones de Collymore

El delantero del Aston Villa abandona la temporada por culpa de una depresión y recibe tratamiento médico en el mismo centro que Gascoigne

Isabel Ferrer

Aunque es posible que el desaliento estuviera ya fraguándose, las cosas empezaron a irle de mal en peor a Stan Collymore, la estrella del Aston Villa británico, el pasado mes de agosto en París. En pleno Mundial de Fútbol, una noche le pegó allí en público a su entonces novia, la presentadora de televisión Ulrika Johnson. Ella abandonó el bar donde se encontraban entre sorprendida y avergonzada. A su regresó a Londres, dio por terminada la relación. El juego de él, que se disculpó, empezó a flaquear visiblemente. Sus escasos goles y diferencias con el equipo acabaron devolviéndole al banquillo. Incapaz de remontar su carrera a los 28 años, ahora reconoce que padece una depresión y ha pedido auxilio médico.Su salud y futuro profesional están en manos de los mismos especialistas que han atendido, por motivos similares, a su colega Paul Gascoigne o a la modelo Kate Moss. Las distintas dependencias londinenses de la clínica Priory, donde tratará de recuperarse Collymore, componen un lugar selecto y apartado frecuentado casi siempre por famosos en apuros. John Gregory, entrenador del Aston Villa, cree que sólo allí podrá poner en orden sus ideas el deportista. "Es hora ya de que Stan dedique todos sus esfuerzos a lo más importante, recuperarse del desánimo. Ha tratado de combinar el fútbol con los médicos, pero no ha sido posible", ha dicho. Sus palabras, ponderadas y en apariencia comprensivas, no han logrado despejar la duda de los aficionados británicos acerca de las verdaderas razones de la caída de Collymore.

El Aston Villa pagó 7 millones de libras (1.700 millones de pesetas) al Liverpool por su traspaso. Cuando sus goles dejaron de aparecer en el marcador, Collymore se convirtió en un lastre del que el propio Aston trató de deshacerse devolviéndole a su club de origen, el Nottingham. La operación no llegó a cerrarse, pero el jugador no supo mantener un perfil bajo, según la jerga futbolística británica. En palabras llanas, fue algo bocazas y criticó sin rubor la línea defensiva de su equipo. Los errores y las derrotas salían, según él, de una defensa mediocre.

Cuando el Aston Villa perdió por 3-0 en casa contra el Chelsea la pasada semana, Collymore señaló de nuevo a voces a los defensas. El entrenador no aguantó más.

Aunque John Gregory asegura que el internamiento del jugador nada tiene que ver con sus puyas, la afición ve en ello algo más que un nuevo bajonazo moral del antiguo goleador. "Se han acabado los entrenamientos. Stan ya no regresará esta temporada. La decisión de pedir ayuda psiquiátrica ha sido tomada después de consultar a todas las partes", repite, sabedor de que la poca simpatía que parece sentir por él es motivo también de comentarios en los círculos futbolísticos. Con todo, depresiones como las de Collymore empiezan a ser frecuentes en el fútbol británico. Sus estrellas, cada vez más jóvenes, "viven en mundos artificiales y sin fronteras", asegura el psiquiatra Cosmo Hallstrom. "Viven una ficción y no pueden mantener relaciones normales con su entorno. Les rodean los fotógrafos y acaban por no saber quiénes son sus verdaderos amigos", añade éste experto, que achaca las tribulaciones del jugador al estrés. "Ser millonario no garantiza equilibrio emocional alguno, y este es un caso claro de ello", concluye.

El médico cree que Collymore se recuperará del todo. El entrenador del Aston Villa le desea lo mejor, pero no oculta que prefiere traspasarlo a seguir teniendo problemas en los vestuarios. De momento, el club espera su regreso el próximo verano.

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