Desmayos
DE PASADATEREIXA CONSTENLA El encuentro de Joaquín Cortés con los informadores para presentar la ceremonia de inauguración del 7º Campeonato Mundial de Atletismo en Sevilla resultó a la postre una cita a ciegas con la prensa rosa. En realidad, dos encuentros en uno. Mientras periodistas deportivos y especializados en lo general se interesaban por particularidades tales como la coreografía o las raíces flamencas del espectáculo, los cardiólogos de la pluma iban al grano: "¿Tu amistad con Jennifer López ha rebasado ya la línea de la amistad?" ¡My God! ¿La interesada deseaba saber si Cortés y López habían yacido como algo más que amigos o si habían practicado coyunda funambulística sobre una línea o, tal vez, si se limitan aún a telefonearse para ir al cine? El bailarín calló, claro. Qué vas a decir, que la protagonista de Giro al infierno te taconea la adrenalina o que no te inmuta la pasión gitana. "¿Se ha cruzado en sus carreras por Central Park con John-John Kennedy o Sofía Mazagatos?" Por las filas de los especialistas en lo general cundió el estupor, como si se hubieran golpeado con el pómulo de una puerta, conscientes de que no vivían en el candelabro, sabedores de que la vida es como una noria que si te bajas pierdes el tren. El bailarín calló, claro. Qué iba a decir. "Después de su participación en la ceremonia de los oscars y de sus romances con top-model, ¿ya se las llevará a todas de calle?" Juraría que hasta Alfredo Sánchez Monteseirín se ruborizó. El representante de Joaquín Cortés, vestido como para fichar por Caiga Quien Caiga, siguió impávido, sin siquiera arquear las gafas de sol, mientras los especialistas en todo y nada se removían inquietos, esperando una tormenta de improperios. El bailarín minimizó lo de los oscars sin saber que minimizaba ("una experiencia más"), y luego calló. Nadie intuía aún que lo sublime estaba por llegar. "¿El vestuario de la coreografía?", interrogó alguien, probablemente un especialista en lo general. "Cortito, como siempre", resumió. "Y si es desnudo mejor", agregó el bailarín, provocador, satisfecho. Primero se escuchó una exclamación, un ¡ay! sugerente y después, una experta en el corazón, le espetó que sería "estupendo". Luego, creo que la mitad de la sala se desmayó así como por dentro, incluida la Giraldilla.
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