Un toque de primitiva belleza

Volvimos a oír a Diego de Morón después de algunos años. El reencuentro con el toque de esta gente es siempre una emoción. Porque es una música de un tiempo y de un lugar donde se quedó atrincherada contra cualquier asalto exterior. Una isla de belleza primitiva, inasequible a los vaivenes de las modas.Diego de Morón se encuentra como pez en el agua haciendo esa música que siente ligada de manera indisoluble a su propio ser. Su tío Diego del Gastor fue el pontífice máximo de esa escuela, y él la interpreta con amor sin fisuras. Hoy quizá sea un anacronismo esa fidelidad, pero hay que agradecerle su honestidad, la belleza original de un arte en que las notas adquieren tan peculiar intensidad, singularmente en los bordones.

Tres grandes cantaores pusieron el cante a excelente altura. Ninguno redondeó una actuación de maravilla, pero los tres cantaron con convicción y dieron testimonio de su maestría en algunos temas. Inexcusable citar el cante siguiriyero de José de la Tomasa, rematado por la memorable cabal del Planeta que seguramente su abuelo Pepe Torre salvó del olvido.