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Cocu, el 'anti-crack'

El zurdo del Barça triunfa en Anoeta tras dejar de depender de Rivaldo

Àngels Piñol

El hombre tranquilo, generoso, modesto. Pese a tener un apellido que habla de un remoto origen francés, Philippe Cocu (Eindhoven, Holanda, 1970), posiblemente es el jugador más holandés del Barça. Confundido, como centrocampista izquierdo, en la máquina de precisión con la que sueña el técnico Louis Van Gaal. Tras triunfar en el Mundial, Cocu llegó agotado al Camp Nou y se encontró que, más que exhibir su talento, debía mitigar algunas veleidades de Rivaldo cuando dejaba huérfana la banda izquierda. La historia se escribió en Anoeta al revés. Quizás obligado por las bajas, quizás harto de las eternas quejas del brasileño de que no disfruta, Van Gaal dejó a Rivaldo en el extremo, situó a Cocu de media punta y acabó marcando dos goles de libro con sabor a título.Serio, con una acusada timidez, Cocu es uno de los futbolistas del Barça menos reclamado por los micrófonos. El anti-crack por excelencia. Ayer, por primera vez, se atrevió a decir que donde más cómodo se siente es detrás del delantero. "Pero tampoco me encuentro mal como volante", se apresuró a decir. Nunca se queja ni fuera ni dentro. El bien del equipo, el bien del grupo está por encima de todo eso. No protestó ni cuando Van Gaal, acuciado por las bajas, le mareó por medio campo obligándole a jugar ahora de lateral -fue abucheado-, después como central y al final como volante. Si acaso sólo mostró perplejidad en el vestuario cuando leyó un recorte de prensa que, por error, decía que Rivaldo no estaba del todo contento con él porque no le asistía bien. Pese a todo eso, Cocu suma 8 goles, los mismos que Luis Enrique, y se acerca a la media de 10 que marcaba en el PSV, el club de donde procedía y del que llegó gratis.

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Amante del golf, del tenis y de los ordenadores, encantado con el clima y con poder ir a cenar de noche -"En Holanda hay que ir a las seis"- Cocu, que ha aprendido castellano por libre -habla también alemán e inglés- vive en Sant Cugat con su mujer y con Raúl, su hijo de tres meses. "Es también un nombre holandés y hace tiempo que lo habíamos decidido", dice, quizás cansado de dar la misma explicación. Busca ahora vivir más cerca del mar. "¿Si nos sentimos campeones? ¡No! Faltan muchos partidos y no podemos fallar ni uno", dijo. ¿Disfrutas jugando?, le planteó ayer con malicia un periodista. "Sí", dijo. "Y no sólo ayer. También por el lado izquierdo".

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