Dones

DE PASADAHay dones únicos, personales e intransferibles como el mapa genético. El de Carmen Sevilla, por ejemplo, se esconde tras una boquita piñonera que se abre y estremece. Aunque Rocío Jurado, cuyo don reside en otras partes, a veces le pisa los talones. La flamante Hija Predilecta de Cádiz, atravesada de emoción, entregó el viernes a otros seis galardonados por la Diputación Provincial la "plata de bronce", la "plata de plata" y la "plata de oro". Y después de tal coyunda de metales se quedó tan ancha, como es ella, antes de dedicarle la distinción a sus padres, a Jose Ortega y al resto de la familia. Pero el don del despropósito verbal masculino lo cultiva con tesón el capitoste de los empresarios andaluces, Rafael Álvarez Colunga, que evalúa a las consejeras por su belleza y a las políticas por su matrimonio. Como debían ser antes los patronos de la patronal, de verbo carpetovetónico y discurso casposo. Oye, Magdalena, con lo guapa que vienes hoy, no pretenderás estropearlo hablando de la dichosa caja única, podría decir. Este hombre puede enorgullecerse de ser capaz de destrozar en un segundo veinte planes de igualdad de oportunidades con solo abrir esa boca poco piñonera que tiene. A la nueva presidenta regional del Partido Popular, Teófila Martínez, que como todo el mundo sabe es una mujer, la despidió el miércoles de la sede de la Confederación Andaluza de Empresarios (CEA) elogiando su conocimiento del medio por méritos conyugales. "Teófila", dijo, "es mujer de un importante empresario de la región y entiende muy bien nuestro problemas". A la clarividencia de Colunga hay que agradecer estos detalles. Y si para Colunga, Carmen Calvo es una cordobesa guapa y Teófila Martínez, la mujer de un empresario, ¿qué serán Carmen Hermosín, María Peláez o Mariana Pineda? ¿La mujer de Luis Yáñez, la prueba de que la mujer andaluza, además de bailar, practica deporte -Clavero Arévalo dixit, el Día de Andalucía- y una costurera granadina de banderas, tal vez? En fin, es un don que tiene Colunga, como podría haber sido el de soplar globos con la nariz o armar castillos con capuchones Bic, como esos prodigios que exhiben con impudicia algunos expertos en banalidades televisivas. Porque ver a las mujeres como apéndices estéticos o conyugales tiene su aquel, ¿o no? TEREIXA CONSTENLA