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El pasado ilustrado de Vitoria

El Palacio de Montehermoso de Vitoria regresa a sus mejores tiempos, aquellos en los que el quinto marqués del mismo nombre hizo de su residencia un foro del pensamiento ilustrado. Así lo podrán percibir los visitantes que, desde hoy y hasta el próximo 2 de mayo, acudan a la exposición Vitoria y la Ilustración, que recorre todos los aspectos sociales, políticos y culturales de aquel siglo que se caracterizó por la divinización del concepto de progreso. Y es que se acaba de celebrar ahora el bicentenario de la muerte de José María de Aguirre, el quinto marqués de Montehermoso (1733-1798). Con este motivo, el Ayuntamiento de Vitoria ha preparado esta exposición que recupera la vida cotidiana de aquel ilustrado y su entorno doscientos años después. En total, se han recogido 1.600 piezas originales, cedidas por 42 colaboradores públicos y privados, para recrear aquel siglo, el XVIII, que se caracterizó en España por su dedicación a la introducción de esas nuevas técnicas que sirvieran para lograr el progreso y el bienestar del país. La entrada a la exposición reproduce el interior de un salón palaciego en el que, como el resto de la muestra, el escenógrafo Andrea d"Odorico ha jugado con las piezas "ilustradas" que los responsables del Palacio Montehermoso han rastreado en el País Vasco. Bodegones, jarrones, abanicos, platería, un reloj inglés y varias cornucopias introducen al visitante en el selecto mundo de aquellos nobles que comenzaron a reflexionar (al estilo de lo que ocurría en Francia o Inglaterra) para mejorar el nivel de vida de sus conciudadanos. En el País Vasco, destacó la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, de la que formaba parte José María Aguirre. Sus trabajos en el campo de la Agricultura y de las Ciencias se recogen en esta exposición que trata de recrear el ambiente intelectual que se vivía en el Palacio de Montehermoso, cuando se celebraban famosas tertulias en las que participaban además del marqués, personajes como los escritores Jovellanos o Samaniego. Al fabulista natural de Laguardia está dedicada una de las salas de la muestra. En ella se recogen primeras ediciones de su obra y una serie de grabados realizados por la Escuela Española del siglo XVIII con las escenas más famosas de sus cuentos, sin olvidar alguna imagen de sus escritos eróticos. El recorrido de Vitoria y la Ilustración continúa por la cocina y el comedor, tal y como eran en aquel entonces; y por el gabinete-despacho del marqués de Montehermoso, que recrea fielmente su biblioteca y sus repertorios de ciencias naturales, así como su colección de armas. Los siguientes pasos en la muestra presentan el clásico salón de tertulia, la capilla (plagada de notorias obras pictóricas de aquel entonces) y una copia de un pequeño teatro de la época, en el que se celebrarán conciertos de música del XVIII en el tiempo que dure la exposición. Después de disfrutar con el vestuario de las distintas clases sociales de la Ilustración, la exposición concluye con un recorrido por el trabajo de los artesanos, por la vida del pueblo llano, que se ha ubicado en el antiguo depósito de aguas. Los aperos de agricultores, zapateros, herreros y otros gremios ponen el colofón real a una muestra que recuerda una época idealista.

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