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Un colegio de Sevilla reduce la violencia en un 80% y el absentismo escolar, a la mitad El centro Andalucía, ubicado en un barrio deprimido, implica a los padres en la escuela

El colegio público Andalucía es una isla en un barrio degradado; el 90% de sus habitantes vive en extrema pobreza. Paro, alcoholismo, tráfico y consumo de drogas, delincuencia y desestructuración familiar y social, son algunos de los ingredientes que hacen de la barriada en la que está ubicado, Las Tres Mil Viviendas, una de las más problemáticas de Sevilla. Por eso, en el centro escolar, no sólo se educa y se enseña: desde él se interviene también socialmente en el entorno. E incluso, el alumnado que quiere, puede desayunar, comer y merendar, en un intento de que la escuela sea para ellos un lugar de acogida. En este contexto, los 19 profesores que componen el claustro intentan que los 280 niños matriculados, entre tres y 12 años, "no falten a clase, se aparten de la violencia y aprendan, al menos, las cuatro reglas: leer y escribir, sumar, restar, multiplicar y dividir", explica Eduardo Barrera, el jefe de Estudios. "Alcanzar estos objetivos, que parecen sencillos, no es fácil aquí", añade Josefa Sánchez Bueno, 20 años en el colegio; los siete últimos como directora. Sin embargo, "mucha voluntad y algunas estrategias pedagógicas" han servido para reducir el absentismo escolar al 28% -se llegó a superar el 60%- y para que la violencia sea ya algo residual. "Ha descendido en más de un 80%", confirma Barrera. Del fracaso escolar, tercer punto de ese mínimo ideario pedagógico que se ha marcado esta escuela, nadie se atreve a dar cifras, pero los profesores saben que "muy pocos alumnos continúan los estudios". ¿Cómo ha logrado el Andalucía este salto en la reducción de la violencia y del absentismo? "Procuramos que las familias participen más de la vida escolar. Ahora hay madres y padres que asisten a talleres y cursos. Y si se da una actuación incorrecta por parte de algún alumno, hacemos venir inmediatamente a los padres para que se responsabilicen de él; ese mismo hecho se analiza al día siguiente en clase para que el alumnado tome conciencia". Otro aspecto novedoso es el intento de individualizar, o de agrupar al menos, por "intereses comunes" la enseñanza de algunos alumnos. De 9.00 a 11.00, los niños de tercer ciclo de Primaria asisten a clases extra para reforzar sus conocimientos. Son los llamados Grupos Flexibles para los alumnos. En cuanto a los padres, es Carolina Moreno, trabajadora social, quien se dedica a orientarles. El primer objetivo, explica Moreno, es atajar el absentismo. Si se pregunta a los padres por qué no van sus hijos a clase, cualquier respuesta sirve: "Nos quedamos dormidos", "vino un primo a visitarnos y nos acostamos muy tarde" o "se les olvidó". En un medio tan difícil, las actuaciones deberían ser globales; no sólo en la escuela, también en la barriada. Y deberían ser las Administraciones las que propiciasen la regeneración del barrio y atendieran las necesidades especiales del centro, piden los docentes. Ahora son las ONG y asociaciones gitanas las que, en colaboración con el colegio, ponen parches al deterioro. Todo consiste en abrir cauces de participación para que padres y alumnos entiendan que la escuela es, quizá, la última vía para escapar de una realidad complicada.

"Aquí hay mucho arte"

Si se falta al colegio no se puede asistir a la Escuela de Arte. "Éste es el caramelo que les damos para estimularlos", afirma Valle Torres, profesora de flamenco que, tres días a la semana, imparte un curso de baile en el colegio Andalucía. Su compañero en la asociación Unión Romaní, Rodrigo Reyes, les enseña a tocar la guitarra. Son 50 niños entre payos y gitanos. Antes de entrar en el aula ya echan humo las palmas, y antes de que la profesora marque los primeros pasos de una rumba, ya vuelan sus pies. "Aquí hay mucho, mucho, arte", dice Torres. Cuando acabe este curso, el alumnado sabrá un poco más de "su arte", pero "también habrán comprendido que para ser artista hace falta mucho trabajo y disciplina". Aunque a ellos eso no les importa. Lucas, Juan, Remedios, Carmen... se atropellan hablando y todos aseguran que van a ser famosos. Y quisieran parecerse a Remedios Amaya, a Raimundo Amador, al Habichuela, a Canales, a Joaquín Cortés...

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