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Reportaje:PROFESIONES

Pruebas de fuego para ejecutivos

Empresas españolas someten a sus directivos a situaciones de crisis ficticias para evaluarlos

"Me llevaron en una furgoneta al amanecer. Me quitaron los zapatos, me abandonaron en el bosque y me pusieron un cartel en el que decía: "Pertenece a los pies descalzos y desde este momento puede hacer lo que quiera". Empecé a moverme y al cabo del rato me encontré a otros seis o siete que también iban descalzos. Tomamos conciencia de nuestra clase. Nos pusimos a jugar al fútbol hasta que empezamos a sentir hambre. Descubrimos un búnker en el que los de clase alta guardaban los alimentos y fuimos para allá. Intentamos entrar en el búnker, pero no nos dejaban.Los de clase media, que llevaban zapatos, no tenían agallas. Pero nosotros no teníamos nada que perder y, al final, entramos por las bravas. Hubo peleas y puñetazos, robamos la comida y nos llevamos a una chica de rehén a nuestra guarida. Nos repartimos la comida y discutimos si darles a los de clase media. Los de clase alta se quedaron hechos polvo".Este relato no es un suceso ni el borrador de un mal guión de cine, sino la experiencia personal de José Medina, actualmente presidente para España y Portugal de Ray & Berndtson, una de las principales consultorías de selección de directivos que operan en España. Su experiencia se remonta a principios de los años ochenta en un bosque de Maine (EE UU), cuando participó en un programa de outdoor training (formación al aire libre)para directivos. Y la prueba, un simple ejercicio sobre "la cultura del poder y la negociación del sistema social". Los perdedores, los de clase media, con zapatos, eran consultores que fracasaron en su misión profesional: "Influir en un sistema de poder que no controlan".

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Ambiente conflictivo

La experiencia, importada de Estados Unidos, acaba de llegar a España y de momento hace furor. Su nombre técnico es desarrollo de gestión en competencias, y uno de sus componentes, el outdoor training, es decir, la inmersión de los ejecutivos en un ambiente distinto y conflictivo en la naturaleza con el fin de que las empresas puedan medir en una situación de crisis su capacidad de liderazgo, de autocontrol, de perseverancia, de comunicación y de trabajo en equipo. Y, tras la aventura, llega para decirlo con las grandes palabras del argot empresarial, "la reentrada en el sistema", la selección, la promoción o la reasignación de cometidos. Una de las consultoras que desarrollan en España estos programas de formación de ejecutivos es Nuba Expediciones. Sus planes de actividades se diseñan en función de los aspectos que la empresa quiere mejorar, carecen de riesgo y tienen un fuerte componente lúdico. Pero sugieren, inevitablemente, escenas de películas como Deliverance o El show de Truman.El programa para mejorar el trabajo en equipo consiste en que el grupo de 15 o 20 ejecutivos realice durante tres o cuatro días -no necesariamente en fin de sema-na-las siguientes actividades: apagar con extintores un fuego en una piscina de ocho metros llena de gasoil y llamas de 20 metros; extinguir con mangueras un incendio en un edificio de dos plantas; construir una balsa con neumáticos, maderos y cuerdas y cruzar un lago; atravesar un barranco sujetos sólo por dos cuerdas; conducir motos de cuatro ruedas con los ojos vendados, siendo guiados por otro compañero, o jugar a la guerra con pistolas que disparan pintura.

Estas actividades se llevan a cabo en centros de Madrid y fincas de Toledo, pero hay compañías que contratan programas mucho más ambiciosos. Nuba Expediciones ha llevado a altos directivos a Groenlandia y al Polo Norte y prepara actualmente un programa espectacular para un grupo de ejecutivos españoles de una multinacional en el desierto del Sáhara. "Los subiremos a un avión, unos sabiendo a dónde van y otros no, y simularemos un aterrizaje forzoso en el desierto, bien en Túnez o en Marruecos", cuenta Kiko Balaguer, director del departamento de empresa de Nuba. "Allí los dejaremos en medio de ninguna parte vestidos de traje y corbata. Les daremos a cada uno un trozo de un mapa, que deberán juntar para saber dónde están, y tendrán que buscarse la vida. Eso sí, aparecerán beduinos que les darán ropas o agua a cambio de que realicen algunas pruebas, y estarán en todo momento controlados y vigilados por nuestros monitores".

El coste de estos programas oscila entre las 200.000 y casi el millón de pesetas por ejecutivo. Balaguer asegura que nunca ha ocurrido ningún percance ni ningún fracaso, aunque sí se ha encontrado con "gente difícil". Antes de pasar a la acción, los ejecutivos reciben un curso de formación teórica en aula, y tras la experiencia se redacta un informe donde se evalúa la actuación de los participantes que puede ser confidencial, pero que normalmente está destinado a los departamentos de recursos humanos de las empresas.

Trabajo en equipo

Las compañías que habitualmente contratan estos programas suelen ser grandes empresas que constatan que han llegado a un techo de resultados por problemas de relación interna. Este fue el caso de la multinacional farmacéutica Pfizer, cuyo director de recursos humanos en España, José María Pertusa, detectó que "fallaba el trabajo en equipo". Para solucionar esta situación, Pertusa y un grupo de ejecutivos de diversos departamentos de su área se embarcaron hace meses en un programa de outdoor training. La experiencia, en su opinión, resultó un éxito. "Recuerdo la casa en llamas, el humo, la sensación de asfixia... Pasé miedo y si no llego a estar con mi equipo salgo corriendo. Pero al final lo haces porque te sientes arrastrado por el equipo. Se produjo entre nosotros una cohesión automática y nadie se escaqueó. Se desarrolló mucho el sentido de confianza".Pertusa asegura que nadie le dió coba, que "ser el jefe no vale de nada cuando no sabes hacer una balsa" y que no ha utilizado "la evaluación de la experiencia para promocionar a nadie, sino para elaborar en común un plan de acción dentro de la empresa".

José Medina recomienda estas experiencias enfocadas al desarrollo personal del directivo porque está claro "que en el anclaje de un valor es clave estar en condiciones afectivas extremas", pero siempre que se hagan bien. "Hay quien lleva a los ejecutivos a subir un monte gritando y lo único que hace es cansarlos; o que ocurra que si participan directivos de un mismo departamento, la tradición, las rutinas y desconfianzas de la oficina prevalezcan sobre la experiencia". Medina cree también un error que se use ésta como criterio para la selección de directivos, algo que le consta que se hace a veces, por ejemplo, "cuando una empresa adquiere otra y necesita conocer mejor a sus nuevos directivos o para elegir entre los ejecutivos propios o los candidatos de fuera".

Monaguillo antes que fraile, Medina recuerda sus tiempos de químico en una planta petrolífera, donde los riesgos y los accidentes del trabajo son reales y no las prácticas del outdoor training.

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