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Historias al otro lado de Río Grande

El 30 de abril de 1598, el conquistador español Juan de Oñate gritó al vacío, a orillas de Río Grande, en lo que hoy es Estados Unidos: "Reclamo estas tierras sin limitaciones, incluyendo las montañas, los ríos, los valles, los pastizales, las aguas, los pueblos, las ciudades, las villas y los castillos en nombre del Rey". Así se adquirían entonces las tierras: bastaba con proclamarse dueño de ellas. Aquel día, sin saberlo, Oñate había creado de un plumazo del Estado de Nuevo México. El camino que recorrió se convirtió a partir de entonces en la principal arteria de penetración de la conquista, el Camino Real. La localidad granadina de Santa Fe rememora con una exposición todas las vicisitudes de aquella vía, el camino de la historia. El centro Damián Bayón del Instituto de América de Santa Fe tiene rincones que parecen dedicados a las películas de vaqueros: retratos de indios del siglo pasado, cuadros de escenas de caza, imágenes de carretas de colonos, grabados de soldados yanquis. Pero lo que parece de película fue de verdad en su día, fue todo lo que sucedió por el Camino Real, que unió la capital de México con la ciudad norteamericana de Santa Fe, pasando por Zacatecas, Durango, Chihuahua y toda la ribera de Río Grande. Ese trazado fue el origen de ciudades, riqueza y también de batallas. La exposición El Camino Real, un sendero histórico ha sido organizada en virtud de un convenio entre el Ayuntamiento de Santa Fe y el Estado de Nuevo México en un acto de hermanamiento del pueblo granadino con todas sus ciudades homónimas. Paneles La muestra se presenta en paneles en los que se reproducen desde grabados de 1600 hasta fotografías recientes, pasando por documentos, cuadros, dibujos de espadas, de fusiles, objetos de los indios nativos y hasta sellos norteamericanos: es todo un recorrido por una de las páginas más importantes de la historia del Nuevo Continente. "El Camino Real de Nuevo México ya se ha olvidado", dicen los organizadores de la muestra, "y es a través de exposiciones como ésta cuando se vuelve a reconocer su valor como fuente de información cultural e histórica". "La exposición está siendo visitada por mucha gente que de pronto descubre la gran cantidad de curiosidades que había en ese camino", añaden. Distribuida en forma de laberinto por todo el centro, la muestra se complementa con una revista lujosamente ilustrada, en inglés, pero con una separata con la traducción en castellano, en la que se narra toda la historia del Camino Real, el surgimiento de las ciudades, las revueltas de los indios navajos y apaches, la construcción de fuertes y presidios, la guerra entre Estados Unidos y México. La ruta que unía la capital de México con Santa Fe es una de las más antiguas de la historia del Nuevo Continente y también una de las más largas, con más de 2.000 kilómetros a través del paisaje árido y brusco, tantas veces reflejado en las películas del oeste, del desierto de Nuevo México. Una de las cosas que más atención despiertan entre los visitantes son los retratos fotográficos de los legendarios indios apaches, como Gerónimo, que aparece orgulloso, oscuro y altivo frente a la cámara, o los grupos de guerreros ataviados con sus plumas, sus arcos, sus lanzas y sus pinturas de guerra. La exposición complementa a otra de la pintora norteamericana Betty Hahn, que se exhibe en el mismo centro, y que entra dentro del convenio establecido entre el Instituto de América de Santa Fe y el Estado de Nuevo México. El convenio hará posible el intercambio cultural entre artistas españoles y norteamericanos. El Camino Real, un sendero histórico refleja todas las curiosidades y leyendas en torno a Río Grande y la ruta que lo seguía, las batallas entre blancos y apaches y comanches, la llegada del ferrocarril, la caza de los bisontes, las guerras de independencia, las misiones españolas y el sabor agridulce de la historia.

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