Juicio contra cinco funcionarios de Brians acusados de apalear a un preso
"No sé si estaba trabajando con funcionarios o con terroristas". Así se expresó ayer ante la Audiencia de Barcelona en más de una ocasión el funcionario de prisiones Ismael Chicote para referirse a la "gran paliza" que, según él, propinaron cuatro compañeros suyos en 1993 a un preso de Brians sin mediar motivo. Los acusados negaron los hechos con rotundidad, pero el fiscal solicita para cada uno en sus conclusiones provisionales cinco años de cárcel por lesiones. El recluso Miguel Ángel R. M. ratificó la versión de la acusación yal tribunal de la Sección Décima que los funcionaron le golpearon con las porras estando esposado de pies y manos, en forma de equis y boca abajo, a un somier metálico, y que así permaneció 11 horas. En el caso de Chicote, la fiscal pide dos años y cuatro meses de prisión por haber denunciado lo ocurrido, primero mediante un comunicado anónimo a la Generalitat al día siguiente de ocurrir y un mes después en un carta dirigida al director de Brians. Los hechos sucedieron la noche del 27 de febrero de 1993, cuando el recluso estaba ingresado en el departamento especial para cumplir una sanción y, hacia las diez de la noche, solicitó medicación psicotrópica. El funcionario trasladó la petición al médico y éste la desestimó, por lo que el recluso colocó un tenedor partido en el interfono de su celda y empezó a vocear en señal de protesta. A las 2.15 horas se comunicó el incidente al jefe del centro, Ángel Colmenar, quien acudió al departamento con Roberto Vera, Francisco Martínez, Sagrario Caudevilla y el ya citado Chicote. Pisotón en la cara Según la fiscalía, entre todos sacaron al preso de la celda, lo tiraron al suelo para esposarlo y Vera le dio un pisotón en la cara. Después fue trasladado a otra celda más aislada y por el camino fue golpeado nuevamente con los puños por Vera y Martínez. Seguidamente fue esposado al somier y golpeado con las porras. En opinión de Colmenar, ex dirigente de prisiones de la USO, la inmovilización de un preso en estas condiciones "es una práctica completamente habitual", y Vera explicó que fue una acción "de las muchas que se hacen". Según ellos, sólo se empleó la fuerza justa y necesaria para reducir al preso. Este relato es muy distinto al de Ismael Chicote, quien esa noche realizaba su primera guardia en la cárcel, "con un equipo muy veterano". El funcionario añadió: "La verdad, no sabía con quién trabajaba". Y luego afirmó: "Mi obligación era impedir hechos delictivos, pero no puedo ser un héroe". El abogado de la defensa, Josep Fajula, preguntó con aire de mofa sobre el tono cristiano del anónimo remitido al día siguiente a la Generalitat, a lo que Chicote respondió: "Sí, creo en Dios, y prefiero ser religioso antes que terrorista". Ismael Chicote dijo también que mientras el preso era sujetado por él y otros dos funcionarios antes de esposarlo, "Colmenar, Martínez y Vera le arrearon con los puños en la cara y el estómago" mientras el recluso preguntaba: "¿Por qué me hacéis esto?". Después de ser apaleado en el somier, Colmenar ordenó a Chicote que llamase al médico. "Sólo me puso una gasa en la nariz y ni me quitaron las esposas", afirmó el recluso.
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