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Cruz León se confiesa culpable pero dice que no colocó bombas en Cuba por "motivos políticos"

"Sé que merezco un castigo severo. Si el fusilamiento es la sentencia final, exonero de responsabilidad a este tribunal". Con estas descarnadas palabras y una declaración de confesión y arrepentimiento, el salvadoreño Raúl Ernesto Cruz León se dirigió ayer al tribunal que lo juzga en La Habana por terrorismo. Momentos antes, el fiscal Rafael Pino Bequer le acusó de colocar, en el verano de 1997, seis artefactos explosivos en cinco hoteles y un restaurante de La Habana, uno de los cuales mató al turista italiano Fabio di Celmo. Pino Bequer pidió para él la pena capital.

De pie, vestido de preso, con las manos cruzadas en la espalda, Cruz León, de 26 años, escuchó con serenidad los cargos y la sanción solicitada por el fiscal. Después habló su abogado, Daniel Enrique Alfonso, quien admitió la culpabilidad de su defendido, pero pidió al tribunal que la condena fuese de privación de libertad y no de muerte, en atención a la colaboración de Cruz León, su buen comportamiento en la cárcel y su arrepentimiento.El tribunal de cinco jueces dio entonces la palabra a Cruz León, quien pidió permiso para leer su declaración para evitar que le traicionasen los nervios. "Sé que no soy un hombre inocente, y me arrepiento no por temor a la muerte, sino porque aborrezco lo que he hecho. Le pido perdón a Dios. Les pido perdón a los familiares de Di Celmo. Dios sabe que yo no quise esa muerte", dijo en un tono que heló la sangre a varios de los asistentes a la vista oral, entre los que había periodistas y diplomáticos extranjeros, aunque ninguno estadounidense.

Cruz León negó en todo momento haber cometido los atentados por "motivos políticos". "No tengo nada contra la revolución cubana", afirmó en dos ocasiones. Y rechazó que conscientemente hubiese formado parte de una "banda terrorista" vinculada al exilio violento de Miami, al terrorista cubano Luis Posada Carriles y a la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA). Si esto realmente era así, dijo, él no lo sabía. Aseguró que sólo tuvo vínculos con el ciudadano salvadoreño Francisco Chávez, quien, sabiendo de su "carácter aventurero" y de su necesidad de dinero, le propuso cometer los actos terroristas. Por colocar las bombas que estallaron el 13 de julio de 1997 en los hoteles Capri y Nacional le ofreció 3.700 dólares, y 7.000 por las cuatro que puso el 4 de septiembre en la Bodeguita de Enmedio y los hoteles Chateau Miramar, Tritton y Copacabana.

"Si bien Cuba puede tener elementos que demuestren la vinculación de Chávez con Posada Carriles, yo no estaba al corriente de ésta situación", dijo Cruz León. Éste será probablemente uno de los ejes medulares del juicio, pues las autoridades cubanas aseguran que poseen pruebas sólidas de las conexiones entre Chávez y los grupos anticastristas de Miami", en especial la FNCA, del fallecido líder del exilio Jorge Mas Canosa, y Posada Carriles, que son para el Gobierno de Fidel Castro los organizadores reales de los atentados.

En su declaración, Cruz León afirmó que aunque su conducta merecía la pena máxima, una sanción de este tipo "no resolvería nada". "Se están creando otros Cruz León que serán manipulados como yo", dijo.

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