88 empresas valencianas invierten 1.800 millones en mejoras ecológicas. Cadáver o abono
Un total de 88 de empresas valencianas han decidido invertir más de 1.800 millones de pesetas para que sus procesos de producción sean más ecológicos. La industria valenciana se ha dado cuenta que si no respeta las reglas medioambientales, cada vez será más difícil exportar a Europa. Así lo entiende el sector del calzado alicantino, que admite que le ha visto las orejas al lobo y ha optado por distinguir su producto con una etiqueta ecológica para superar las reticencias del mercado alemán.
Según la Consejería de Medio Ambiente, no es el único sector amenazado. Así lo demuestra la variedad de empresas que han solicitado las subvenciones de la consejería para 1998 y 1999. El Consell dispuso el año pasado una línea de subvenciones, fudamentalmente destinadas a reducir la emisión de sus residuos. La respuesta, según la directora general de Calidad Ambiental, Gloria Arnandis, ha sido buena: un total de 88 empresas valencianas por valor de 1.890.874.509 pesetas. La cuantía de las ayudas del Consell varía según la mejora aplicada, desde el 75% de la inversión en actividades formativas y el 50% en la elaboración de manuales de buenas prácticas, hasta el 25% en la incorporación de tecnologías limpias. La realización de planes de minimización de residuos acarrea una ayuda del 60% y, para las que faciliten la reutilización y recuperación de los residuos, hay un 30%. Con todo, no todas las empresas solicitantes han logrado una subvención. Dos de ellas no presentaron la documentación dentro del plazo. Otras ocho pertenecían al sector servicios, que no se contempla dentro de la línea de ayudas. Y otras 27 fueron rechazadas porque la calidad técnica de los proyectos presentados no cumplía los requisitos exigidos. Sin embargo, 51 firmas han logrado la asistencia del Consell y tres de ellas, que han decidido invertir cantidades superiores a los 100 millones, recibirán de la Administración un buen pellizco, superior a los 30 millones. Entre ellas, hay industrias papeleras, plásticas, de curtidos, del calzado, del sector alimentario (cárnicas, turrones, licores, aceitunas), fabricantes de pinturas, de barnices, electroquímicas, dedicadas a las artes gráficas... Sin embargo, la que más esfuerzo inversor ha hecho es la industria papelera Nesa, que solicitó (y ha obtenido) dos subvenciones para invertir 304 millones de pesetas. Nesa recibirá 65 millones. Esta fábrica es la única en España que se dedica a recuperar los envases tetra brick, difíciles de reciclar porque están compuestos por capas de cartón, aluminio y plástico. La papelera separaba el cartón (75% del peso del envase) pero se encontraba con el problema de reutilizar el aluminio, que se encontraba emparedado por dos capas de polietileno. Normalmente, este sandwich se quemaba para obtener energía térmica empleada en la propia fábrica y, en las cenizas, un óxido de aluminio de bajo valor pero comercializable. En su proyecto Nesa ha desarrollado un método de tratamiento, con una caldera especialmente diseñada para el aprovechamiento energético del polietileno y cuyo vapor se utiliza para el secado del papel recuperado. Pero la gran novedad es que la forma de recuperar el aluminio es más limpia y en vez de un óxido de baja calidad se obtiene un "lingote de alta pureza" que puede ser recuperado "por el propio fabricante que lo suministra, en forma de láminas". Nesa espera además que la tecnología que implantará en la planta piloto desarrollada pueda ser exportada a otros países.Una industria familiar afincada en Almassora ha sido la segunda empresa que más ayuda ha obtenido del Consell para adaptar sus métodos de producción a criterios más ecológicos. Desde 1982, Canet, SL, se dedica a la transformación de residuos orgánicos procedentes de mataderos y explotaciones pecuarias (sobre todo granjas avícolas) en grasas y harinas de carne y hueso utilizadas en alimentación animal y abonos orgánicos. Ahora recibirá 63 millones de los presupuestos, la quinta parte de lo que invertirá en la incorporación en su línea de producción de un nuevo digestor en régimen de funcionamiento continuo que incorpore un esterilizador presurizado de las harinas para lograr la máxima garantía sanitaria, y en adaptar ciertas medidas de minimización de residuos.
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