Una antológica presenta en Vitoria la modernidad de Daniel Vázquez Díaz
Testigo privilegiado de la vida artística y social de la España de la primera mitad del siglo XX, el pintor Daniel Vázquez Díaz retrató lo mismo al conde de Romanones que a Miguel de Unamuno, las armaduras de la Casa de Alba o a un existencialista desconocido. La Fundación Caja Vital presenta hasta el 11 de abril una antológica de la obra de este pintor formado en el ambiente bohemio de las primeras vanguardias, deudor de Cezanne, que se enamoró del paisaje vasco en su primer viaje a París.
La muestra supone un resumen exhaustivo de la trayectoria de Vázquez Díaz (Nerva, Huelva, 1882-Madrid, 1969), pintor de inicios costumbristas, que derivó en una figuración de claras influencias impresionistas y cubistas. La exposición parte de dos pinturas realizadas antes de su primer viaje a París en 1907. En ellas se observa ese costumbrismo deudor de Solana que pronto abandonaría tras su contacto con las vanguardias parisinas. Vázquez Díaz estableció esta relación de un modo casual, pero más que efectivo: nada más llegar a París y mientras desayunaba en un café de Montparnasse coincidió con otro joven que finalizaba la noche en el mismo local. Tras entablar conversación con ese noctámbulo, que resultó ser Amadeo Modigliani, Vázquez Díaz se introdujo en los ambientes bohemios en los que se cultivaban los ismos de los primeros decenios del siglo XX. Ruptura con la tradición El resto de los cuadros pertenecen a este largo periodo posterior, después de que su hacer quedase marcado por las nuevas corrientes del arte moderno. En sus pinturas sucesivas, aún en los retratos más clásicos, como el del político Leopoldo Calvo Sotelo, estampa de reminiscencias napoleónicas, los trabajos de Vázquez Díaz se alejan del realismo habitual en la pintura española de su tiempo, la reconocida en círculos sociales. Pero la ruptura con la tradición se percibe más en sus pinturas más libres, como los paisajes, los retratos de mujeres, los desnudos o las composiciones como Café de París, Muñeca colgada o Maniquí con chaquetilla de torero. Retrató a buena parte de los prohombres de su tiempo, como Unamuno, de quien se aportan dos imágenes, y gozó de la admiración de los pintores más jóvenes. En 1949, fue nombrado miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Las 66 pinturas que se exiben, valoradas en unos 1.000 millones de pesetas, proceden de colecciones privadas de toda España, de Bilbao a Toledo, de Alicante a Madrid. La única institución pública que ha colaborado ha sido la Diputación de Córdoba.
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