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Mujeres en huelga por su dignidad laboral

La "presión psicológica" a la que son sometidos los trabajadores de la empresa Drapé-Cotí, la mayor industria textil de Orihuela y la Vega Baja, ha desencadenado una huelga de dos días en la que la plantilla plantea como única reivindicación un "trato digno" en el trabajo. El 85% de los 190 operarios, en su gran mayoría mujeres, secundaron ayer el paro, según el sindicato mayoritario en el comité de empresa de la fábrica, Comisiones Obreras (CCOO). Pese a los reiterados intentos que realizó ayer este periódico para contactar con los responsables de la empresa, la dirección rehusó dar su versión sobre el conflicto que se ha planteado. Las trabajadoras consideran que en su quehacer diario son dirigidas de acuerdo a reglas "dictatoriales" propias de otra época, a golpe de decisiones arbitrarias y caprichosas, "no en la búsqueda de mejoras o criterios empresariales, sino con el único objeto de humillar". Entre los casos concretos, aumulados jornada tras jornada, que han llevado a la movilización, denuncian que mujeres que llevan dos décadas realizando un determinado trabajo son obligadas a cambiar a un puesto de menor categoría y sin especialización alguna. El control impuesto sobre el cumplimiento estricto de la jornada laboral raya en "el acoso personal", según denunciaron las operarias, ya que la dirección mide el tiempo que emplean para ir al aseo o beber agua, de forma que "un simple minuto puede producir un gran estado de ansiedad y estrés", lo que afecta negativamente a su rendimiento. Uno de los "castigos" más utilizados por los responsables de la fábrica consiste en amenazar a los cargos intermedios con ser relegados a una categoría inferior. Las condiciones higiénico-laborales de la factoría son otro cantar. En agosto del año 1996 la huelga se prolongó por espacio de 15 días para protestar por las altas temperaturas que se registraban en el interior de las instalaciones, de hasta 50 grados, que provocaban lipotimias y desmayos con demasiada asiduidad. Para la plantilla, la situación actual es "insostenible, y supone un abuso de poder indiscriminado". "La empresa no atiende a razones", señalaron desde el comité de empresa. "Todo intento de comunicación es inútil", añadieron, por lo que sospechan que estas prácticas empresariales responden en realidad a una estrategia dirigida a forzar la marcha voluntaria de las trabajadoras y los trabajadores. La mayoría de las mujeres comenzaron a trabajar en la fábrica hace 30 años. En los dos últimos meses ya se han despedido nueve personas, pero el resto resiste. "Trabajo no falta", señalan con amargura.

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