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La Diagonal llega al mar Unas 30.000 personas asisten al simbólico enlace entre el nuevo tramo y "Neptuno"

"La boda del siglo". Así anunció el alcalde de Barcelona, Joan Clos, lo que ayer se hizo realidad, después de cuatro años de trabajo y una inversión de 5.000 millones de pesetas: la unión de la Diagonal, que ahora, con 10 kilómetros de longitud, se ha convertido en la calle más larga de Barcelona, con el mar. La celebración tuvo un séquito de lujo, con desfile de carrozas, animales marinos gigantes y unos 30.000 ciudadanos, que asistieron al simbólico enlace tras una ceremonia apadrinada por Joan Clos. El alcalde anunció el nombre de la criatura que nacerá de la unión: el Fòrum de les Cultures del 2004.

El escenario del Fòrum 2004 es el que debe resolver el enlace de la Diagonal con el mar. De momento sólo hay ideas para este espacio colofón: desde una rampa sobre el agua que termine en un gran mirador, a un conglomerado marino en el que el agua se adentre en la ciudad. "Yo os declaro marido y mujer", exclamó el alcalde de la ciudad y maestro de ceremonias, tras el consentimiento de su unión por parte de los asistentes. Pero el momento del enlace matrimonial entre la Diagonal y el mar estuvo precedido de otros actos, que comenzaron con un paseo en bicicleta desde la plaza de Francesc Macià hasta el cruce de la Diagonal con la calle de Pere IV. "Este enlace era muy esperada. Hacía 50 años que no abríamos un tramo de la Diagonal y hoy, medio siglo después, abrimos este tramo y hacemos que todos los barrios de Barcelona se den un apretón de manos, para que se convierta en la mejor ciudad de Europa", aseguró un Clos exultante, que puntualizó que la prolongación de la Diagonal es el medio idóneo para construir viviendas asequibles y "reparar las cicatrices históricas del Besòs". Alrededor del nuevo tramo de la Diagonal, que va desde Glòries hasta la rambla de Prim -donde dos torres de pisos tendrán el número 1 de la avenida-, está prevista la construcción de 6.000 viviendas y dos parques: el de Pere IV y el de Diagonal Mar. Pero no todo fueron parabienes. Por ejemplo, el vicepresidente de la Asociación de Vecinos de Poblenou, Salvador Claró, se mostró escéptico ante las promesas del Ayuntamiento de construir viviendas asequibles para jóvenes y ancianos, y criticó la actitud de los partidos políticos con el barrio: "Se nota que se acercan elecciones. Ahora todo el mundo quiere rifarse el Poblenou, como si estuvieran jugando al monopoly. Queremos que en esta Diagonal siga habiendo pisos que estén al alcance económico de todos y que se creen guarderías". El concejal del distrito de Sant Martí se mostró ofendido por sus palabras y contestó: "Ojalá hubiera elecciones cada año para abrir siempre una Diagonal". El acto concluyó, como cualquier boda, con el corte de un gigantesco pastel nupcial en el que podía leerse: "El sueño de Cerdà" y que representaba en chocolate el plano de una reforma largamente esperada y que, como todos los grandes proyectos urbanísticos, ha tenido que sortear una serie de obstáculos. El pistoletazo de salida para la prolongación de la Diagonal lo dio el pleno del Ayuntamiento de Barcelona a escasos días del inicio de los JJ OO de 1992. Se presentó como uno de los grandes proyectos para la ciudad en el horizonte del nuevo siglo y superaba con creces las reformas que vivió la ciudad con motivo de la cita olímpica. No ha sido una empresa fácil ya que el trazado de prolongación de la Diagonal -con una sección de 50 metros desde Glòries hasta la rambla de Prim- obligaba no sólo a modificar viales, sino a derribar edificaciones. Cientos de familias han tenido que ser realojadas en los nuevos pisos porque los suyos desaparecieron bajo las piquetas. A esas circunstancias hay que añadir que no siempre las administraciones -la municipal y la autonómica- han estado de acuerdo, como se puso de manifiesto en el rechazo al proyecto inicial por parte de la Comisión de Urbanismo de Barcelona, que obligó a rebajar los índices de edificabilidad.

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