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¡Peligro: inflación cero!

Joaquín Estefanía

La inflación media de los países del G-7 es del 1%; los precios cayeron en Alemania en enero un 0,2% y en Francia un 0,3%, lo que coloca la tasa interanual de estos dos países en el 0,2%. El largo proceso de desinflación que ha durado las últimas dos décadas, ¿nos conducirá a un periodo de deflación? The Economist decía la pasada semana: "Aunque el viejo enemigo parece estar ahora en calma, podría estar apareciendo uno nuevo y posiblemente más peligroso: la deflación". El semanario denunciaba la aparición de tendencias deflacionistas en un contexto de bajo crecimiento económico en Europa y de crisis financiera en buena parte del planeta.La deflación se caracteriza por la caída generalizada de los precios y da lugar a una reducción de la demanda de bienes y servicios. Es un concepto semiolvidado desde la Gran Depresión de 1929; a mediados de los años veinte, las ventas de casas, coches y artículos de consumo comenzaron a bajar, así como los precios de las materias primas y de la producción industrial.

En los meses más cercanos, lo que parecía un arcano de la historia ha emergido de nuevo. A principios del año pasado, el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, mencionó en un discurso el concepto de deflación, aunque no como problema del corto plazo, y los mercados se conmovieron. Otro norteamericano, Robert Reich, secretario de Trabajo de Bill Clinton entre 1993 y 1996, publicó un artículo poco después, cuyo título lo decía todo: La deflación es el verdadero peligro. En él explicaba que una espiral deflacionaria puede ser tan peligrosa como una inflacionaria: "La caída de los precios reduce los beneficios, estimulando recortes de plantillas y de sueldos. Como consecuencia, los trabajadores tienen menos dinero para comprar bienes y servicios, lo que alimenta de nuevo el ciclo".

Durante el año y medio último, los precios de las materias primas están bajando de forma vertiginosa: petróleo, caucho, café, cobre, níquel, hierro, soja, etcétera. Hay productos cuyos precios han descendido tres veces de sus niveles de hace cuatro años. Independientemente de los problemas que esta caída genera a los países que los producen, hay expertos que indican que la reducción de los precios no está inducida sólo por la caída de la demanda originada por la crisis asiática, sino que es una tendencia anterior motivada por la sobreproducción, por las innovaciones tecnológicas que abaratan los costes y por el acceso a los mercados en condiciones competitivas, debido a la globalización de los mismos.

Entonces, ¿por qué es malo que los precios bajen, algo aparentemente bueno para el consumidor? En caso de que haya una deflación, el margen de maniobra de los bancos centrales para combatir la recesión es muy corto. La secuencia es la siguiente: si los precios caen, por ejemplo un 2%, los tipos de interés nominales deben ser reducidos al mínimo para estimular la demanda (de ahí las llamadas que estos días hace Lafontaine al Banco Central Europeo); el tope de reducción es el 0%, ya que los bancos centrales no pueden prestar a tipos nominales negativos -no sólo regalando el dinero sino pagando para que los ciudadanos se lo lleven (véase el caso de Japón)- por lo que el tipo de interés real (tipo nominal menos inflación) sería del 2%. La recesión trae una caída generalizada de los precios, lo que conlleva una subida de los tipos de interés, lo que profundiza en la recesión, lo que arrastra a nuevas bajadas de precios. "Lo peor": así definió Keynes a la deflación.

Mientras tanto, en España crece el diferencial de la inflación respecto a la media de la Unión Europea. Los problemas de competitividad que ello genera son otro problema distinto.

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