Desplantes dañinos y consentidos

Las continuas agresiones al marjal de Pego, parque desde 1995, incluido en el convenio internacional de humedales Ramsar y subvencionado por la UE al ser una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), han sido consentidas por el Consell. Al igual que ha consentido la transformación de otros valiosos humedales: como el de la Safor en Xeresa y el de Massamagrell. El desplante de Carlos Pascual empezó por no respetar las medidas de protección cautelar decretadas por Medio Ambiente. El Consell no hizo nada. Decenas de incendios, defendidos por el alcalde, arrasaron la zona de máxima protección ante los brazos cruzados de la Generalitat. Y la prohibición de transformar el paraje decretada por la juez de Denia el 14 de mayo de 1997 tampoco ha movido a nadie a clausurar las bombas que impunemente drenan un hábitat que, inundado, debería dar cobijo a cientos de especies de aves. La consejería se ha limitado a abrir un expediente administrativo (paralizado al seguirse la vía judicial) y a comprar suelo a los agricultores que quieran vender. Y el presidente Eduardo Zaplana ha evitado hablar durante dos años de los daños impulsados por sus correligionarios en el PP de Pego, que apoyan al regidor independiente (antes de UV).