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De la loza musulmana a Picasso

Ferran Bono

Muchas parejas valencianas eligieron durante años la sala que representa una cocina tradicional valenciana del Museo Nacional de Cerámica González Martí, con sede en el palacio del Marqués de Dos Aguas, para hacerse la pertinente foto de recién casados. Una costumbre que llevó incluso al príncipe Rainiero y la bellísima Grace Kelly a que se retrataran allí a su paso por Valencia en su viaje de novios. La cocina, las carrozas, la espectacular fachada, el palacio en general, forman parte de la memoria colectiva de los valencianos, sobre todo de los más mayores. Como se ha gravado en el recuerdo la impresión grandilocuente que causaba contemplar su instalación museística, debido a la acumulación de piezas de cerámica, cuadros y otros objetos que se exponían amontonados sin seguir ningún orden. Este montaje expresaba ese gusto por lo barroco y recargado que, según se dice a modo de tópico, caracteriza a los valencianos. Pero la saturación genera confusión y en el caso de los museos, puede provocar la incomprensión y pérdida de capacidad de valorar los objetos mostrados. Por todo ello, la nueva instalación museográfica, que se dará a conocer al público en las fiestas de fallas (aún no hay fecha concreta de inauguración), cambiará notablemente la noción que se tenía. No obstante, se ha reservado un espacio testimonial, "un museo del museo", que evocará el montaje que ideó González Martí después de la Guerra Civil, según señala Jaume Coll, el director del museo, cuya titularidad ostenta el Ministerio de Cultura. "Se conservará como estaba la sala china, la de porcelana y la cocina, entre otras estancias", explica. Pero además, la pretensión es que en el futuro, cuando se realicen las obras -consignadas en 420 millones de pesetas- del edificio anexo al palacio, que estará destinado a oficinas y almacén, se puedan visitar los fondos (hay catalogadas 18.292 piezas) que no se exhiban en el palacio. Todo está preparado para el montaje definitivo del museo, una vez reabierto el edificio tras finalizar la rehabilitación que ha durado más de ocho años. Se han adquirido nuevas piezas, como un bidet francés de época, que completarán el mobiliario, la orfebrería, la cerámica y otras piezas decorativas, de la planta noble que reflejará la imagen fiel del museo en el siglo pasado. En la segunda planta, se situará la colección básica, que abrirá una sala didáctica e interactiva de introducción al mundo y la historia de la cerámica. En grandes líneas, la disposición museográfica seguirá un criterio cronológico y atenderá a diversos apartados: la cerámica musulmana; la de los siglos XIII y XIV; el gran momento de Manises y Paterna del siglo XV; la influencia de Oriente, de Italia; la cerámica de Talavera; la cerámica aplicada a la arquitectura; la esplendorosa de Alcora, del siglo XVIII; la cerámica en el proceso industrial del siglo XIX; la cerámica vanguardista y tradicional; las propuestas más innovadoras del XX y el uso de la cerámica como soporte de expresión artística, en la que se incluirán las cinco piezas de Picasso del museo. Coll también quiere abrir el palacio a las empresas y ha acordado con la Feria Cevisama exhibir temporalmente las piezas de mayor calidad, así como mostrar las novedades de la industria. Pero el palacio es sobre todo historia y durante los trabajos de recuperación e investigación se han producido hallazgos de gran interés. Es el caso del precioso artesonado de los siglos XIV y XV que decora las antiguas vigas y que ahora se mostrará al público o el descubrimiento, con ayuda del conservador madrileño Álvaro Soler, del paradero de las fabulosas armaduras, del siglo XVII, que el marqués de Dos Aguas adquirió del patrimonio de Perelada. Se encuentran en EE UU y constituyen su colección de armaduras más importante. Se exhiben en el Metropolitan de Nueva York y en el Museo de Fine Arts de Chicago, donde fueron a parar tras la venta que realizó un descendiente de la familia del Marqués de Dos Aguas a principios de este siglo con la condición de no desvelar su procedencia hasta muchos años después.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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