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Crimen en Irak

El régimen iraquí proclama que se trata de una trampa y jura que no está en absoluto detrás del asesinato, el pasado viernes, de uno de los más altos dirigentes shiíes del país, el ayatolá Mohamed Sadek al Sadr. El régimen de Bagdad asegura que este crimen trata de provocar la sedición de los shiíes de Irak y la guerra civil. (...) y (...) que llega justo cuando Estados Unidos ha emprendido el aprovisionamiento de armas para la oposición, con objeto de derribar a Sadam.

Podríamos tomar más en serio los comunicados de Bagdad si el partido gobernante, el Baaz, que desde hace tiempo dirigen los musulmanes suníes, no tuviera tras de sí una larga estela de represión sobre dos de las comunidades fundamentales del país: los shiíes del sur y los kurdos, en el norte. Podríamos creer los desmentidos de Irak si todos los indicios disponibles no apuntaran al poder de Bagdad como el más probable instigador de un crimen que ha consternado a los shiíes del país. No hay que olvidar que este asesinato es uno más en una serie de atentados de los últimos meses contra dirigentes de la comunidad shií.

El régimen de Sadam, que gobierna de forma brutal, teme a los shiíes lo mismo que a los kurdos. Teme a la jerarquía shií, que goza del apoyo de una gran parte de la población, y no ha parado de buscar su eliminación (...). En no menor medida que con los kurdos, Sadam no ha aceptado diálogo de ningún tipo. (...) Se piense como se piense a la hora de elegir la manera en que se ha de tratar al régimen iraquí, no podemos olvidar que estamos ante un régimen de terror.

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23 de febrero

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