Respuesta al doctor Quintanilla

Hace tiempo llegué a la conclusión de que en este país nadie quiere realmente resolver los problemas de la Universidad, simplemente porque hay más intereses en contra que a favor. Algunos años después de haber llegado a esta convicción, sigo reafirmándome en esta hipótesis, y creo que el devenir de los acontecimientos acabará poniendo de manifiesto que la hipótesis es cierta por contrastada. He leído el artículo Los problemas de la Universidad (EL PAÍS, 9 de febrero de 1999) y he quedado perplejo, más aún cuando leo que el autor, además de ser catedrático de lógica, fue secretario general del Consejo de Universidades. El artículo viene a concluir que la endogamia en el profesorado y la masificación de las aulas son problemillas o seudoproblemas de la Universidad, y que el problema real es que hace falta más dinero para las universidades.Que en los tribunales de cátedra, evaluando la actividad investigadora de los candidatos, haya catedráticos que jamás han dirigido un proyecto de investigación, es un problema real de la Universidad. Que el nombre del próximo catedrático que habrá en mi Facultad no aparezca por ningún sitio en el Science Citation Index es un problema real de la Universidad. Que haya departamentos en los que papá, mamá y, si es posible, el niño o la niña sean profesores es un problema real de la Universidad. Todo lo demás es música para sordos. No calificar como un problema crítico de la Universidad la inexistencia de un proceso de selección de personal objetivo y compatible con los principios de igualdad, mérito y capacidad, resulta de un cinismo a todas luces incompatible con el espíritu crítico que debe proporcionar la educación universitaria. Que un catedrático de lógica reduzca el problema de la Universidad española a un problema meramente económico ilustra de manera tan evidente la problemática universitaria, que nada de lo que yo diga puede superarlo.-