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Reportaje:

Del caserío a la impresión digital

Cuenta la leyenda que allá por el año 1830 un mendigo recaló una noche en un caserío del monte Pagoeta de Zarautz (Guipúzcoa) y, como era costumbre entonces, recibió comida y cama. A la mañana siguiente el mendigo se levantó y admiró entusiasmado el paisaje de la villa costera pero se acordó del frío que pasó durante la noche y exclamó: "¡Qué maravilloso sitio pero será quemado por el frío!". La predicción del indigente nunca se cumplió pero sirvió para dar nombre al caserío, que desde entonces se llama Otzarreta [en castellano, quemado por el frío]. Hijos de baserritarras y descendientes del caserío de la leyenda, los hermanos Guesalaga decidieron inmortalizar esta historia y cuando crearon en 1970 una imprenta la llamaron Otzarreta. Esta empresa, que empezó modestamente hace veinte años imprimiendo tarjetas y facturas a comerciantes, es hoy una imprenta de servicios integrales que facturó el año pasado 906 millones de pesetas, emplea a 45 personas y que no ha dejado de crecer desde su nacimiento en un local de 50 metros cuadrados en el centro de la localidad guipuzcoana. Antes de montar su propio negocio, los hermanos Guesalaga trabajaron en una imprenta donde adquirieron experiencia en el sector de artes gráficas. Pero en cuanto tuvieron la oportunidad de empezar la aventura en solitario, la aprovecharon. Con un capital social de 70.000 pesetas nació Comunicación Gráfica Otzarreta. "Le compramos el negocio a uno que se jubiló por 280.000 pesetas pagaderas en 4 años y esas 70.000 pesetas fueron el primer pago que dimos y que nos prestaron nuestros padres", recuerda José Manuel Guesalaga, actual gerente de la empresa. Los cuatro hermanos, José Manuel, Benigno, José María y Javier Guesalaga son los propietarios del negocio y se reparten las áreas de responsabilidad en la empresa. Además, en Otzarreta trabajan las esposas de los cuatro socios y otros cuatro miembros de la segunda generación familiar. "Las mujeres son las que han levantado esta empresa", asegura José Manuel, quien añade que "el mayor valor de nuestro espíritu empresarial ha sido mantenernos unidos desde 1970 los cuatro matrimonios". Con la entrada de las nuevas generaciones y para prevenir los problemas de sucesión que sufren este tipo de empresas, la familia está preparando un protocolo familiar. No es el único proyecto que tiene entre manos la sociedad. Ubicada en el centro de Zarautz, la recalificación de zona industrial a inmobiliaria que realizará el Ayuntamiento del solar donde se asienta Comunicación Gráfica Otzarreta ha forzado el traslado de la empresa al polígono de Abendaño. Allí han adquirido 6.000 metros cuadrados. La inversión suma unos 680 millones de pesetas que, en parte, serán sufragados con la venta del terreno actual a los promotores de las viviendas. La nueva planta de Otzarreta tiene una superficie de 6.000 metros cuadrados y un diseño moderno que no desentonaría en cualquier parque tecnológico vasco. Nada que ver con el caserío familiar del que cogieron el nombre ni con su primer local que ampliaron sobre la antigua cuadra de sus padres. El segundo proyecto en cartera de la empresa es la compra de una máquina de impresión de cuatro colores que supondrá una inversión de 200 millones de pesetas. La constante renovación tecnológica y la utilización de los últimos sistemas digitales de impresión han sembrado el éxito de atípica esta empresa de artes gráficas, que realiza todo el proceso para el cliente, desde el diseño del catálogo o memoria hasta su encuadernación pasando por la maquetación, fotomecánica, impresión y encuadernación, sin salir de Otzarreta. Con una oficina comercial en Madrid, la empresa factura en España y Portugal 906 millones de pesetas anuales.

Un regalo para Zarautz

"Lo nuestro es ganar una peseta e invertir dos", asegura José Manuel Guesalaga. Los gastos en maquinaria apuntalan en buena parte la estrategia de una empresa que se siente "muy vinculada a Zarautz", destaca el gerente. Por esta razón, Otzarreta, que patrocina desde hace años el Club Deportivo de Zarautz, se embarcó recientemente en un proyecto que ha entusiasmado a los vecinos de la localidad. La empresa ha editado 4.500 ejemplares de un libro de 500 páginas a todo color sobre la historia y las costumbres de Zarautz. 600 fotografías y textos de 22 autores retratan los últimos 50 años de la villa costera . La idea inicial de los hermanos Guesalaga era repartir gratuitamente la publicación "pero nos explicaron que si lo hacíamos así iba a haber una familia con cinco libros y otra sin ninguno", comenta Guesalaga. "Al final le pusimos un precio simbólico de 3.000 pesetas, cuando en una librería costaría 20.000 o 25.000 pesetas, y el dinero recaudado se ha destinado a proyectos de cooperación en Honduras, Ruanda y a Cáritas de Zarautz", añade. El libro se ha agotado tan rápido que ya están imprimiendo los ejemplares de la segunda edición. Premio a la calidad La iniciativa le ha valido el reconocimiento de los vecinos a Otzarreta, que ya consiguió en 1990 hacerse un nombre en el sector de las artes gráficas. Ese año la empresa ganó el premio a la mejor calidad de impresión en España, al que optaban 500 empresas, y quedó tercero en el mismo galardón europeo, organizado por el fabricante de papel francés Arjomari. "Nosotros no hemos diseñado una estrategia, sólo hemos tenido siempre la voluntad de responder a lo que pedía el cliente. Un día vino un fontanero y nos pidió que le diseñáramos un logotipo, lo hicimos y poco a poco hemos integrado todo el proceso desde el diseño hasta la encuadernación para ofrecer un mejor servicio". Así explica José Manuel Guesalaga el cambio de los últimos 20 años, el paso de imprimir tarjetas, como cualquier otra imprenta, a contar con un equipo de diseñadores, fotógrafos, impresores, escenistas y manipuladores y comerciales, que se encargan de atender al cliente, desde que llega para encargar el catálogo hasta que se lo lleva encuadernado y realizado por completo en las instalaciones de la empresa. Para ello, la empresa, que realiza todo tipo de trabajos de impresión, ha invertido desde 1970 unos 500 millones de pesetas, entre las que destaca la máquina Computer to play (CPT), que fue la primera de impresión directa a plancha que llegó a España. "Desde 1992 tenemos impresión digital pero con CPT las imágenes pasan directamente del ordenador a la plancha para imprimir sin necesidad de fotolito, con lo que ahorramos costes y mejoramos la calidad", comenta el gerente de Otzarreta, que tiene entre sus clientes a Kraft, Alcad, Bellota Herramientas y Adegi.

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