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Reportaje:

Una década de insumisión

El 20 de febrero de 1989, hace hoy exactamente 10 años, un grupo de 57 jóvenes de toda España decidió no incorporarse a filas o abandonar los cuarteles o las plazas de la Prestación Social Sustitutoria (PSS) que tenían asignadas y se presentaron voluntariamente ante los gobiernos militares correspondientes. Había nacido la insumisión. "La desobediencia civil al servicio militar y a la PSS se había estado gestando desde hacía tiempo y en realidad ya existía ideológicamente, pero aquella acción conjunta significó la puesta en práctica de la insumisión", explica Jordi Muñoz, uno de los insumisos más veteranos de Cataluña. Aquel desafío masivo y voluntario a las autoridades militares ha sido imitado hasta hoy por 12.000 jóvenes en Cataluña y 50.000 en toda España. La insumisión ha contado con un apoyo creciente de la sociedad, mientras la imagen desprestigiada del Ejército ha ido calando entre la ciudadanía. En Cataluña, los 132 colectivos que integran la Asamblea Antimilitarista celebrarán a lo largo de todo este año el décimo aniversario de la puesta en práctica de la insumisión, que coincide con los 10 años de existencia de esta plataforma pacifista. Bajo el lema Insumisión, 10 años (1989-1999), la asamblea ha programado hasta diciembre numerosas actividades lúdicas, pedagógicas y reivindicativas para fomentar los valores de la paz y denunciar la existencia de los ejércitos. El pistoletazo de salida de esta campaña se dio, con cierta anticipación, el pasado mes de noviembre con un acto celebrado en el Paraninfo de la Universidad de Barcelona, que contó con el apadrinamiento y la participación del escritor Manuel Vázquez Montalbán, la periodista Maruja Torres, la escritora Teresa Pàmies, el poeta Miquel Martí Pol y el cantautor Lluís Llach, entre otros representantes del mundo cultural e intelectual. En el marco de la campaña del décimo aniversario de la insumisión, la asamblea quiere dejar claro que los colectivos antimilitaristas catalanes no se han desmovilizado ante la anunciada desaparición del servicio militar obligatorio y de la Prestación Social Sustitutoria (PSS), prevista para el 31 de diciembre del año 2002 como máximo. Con la profesionalización del Ejército, los insumisos afirman haber ganado una batalla, pero todavía no pueden cantar victoria. Su lucha prosigue ahora para alcanzar un futuro sin ningún tipo de ejército, ni siquiera el de carácter profesional. "Celebramos el fin de la mili, pero entramos en un nuevo periodo del antimilitarismo en el que queremos seguir denunciando que los ejércitos son el problema y no la solución", afirman los miembros de la Asamblea Antimilitarista de Cataluña. En la nueva etapa que se abre para esta plataforma, su estrategia se centrará en abrir grietas a una institución "cada vez más cuestionada y desprestigiada". A lo largo de todo el año, los colectivos antimilitaristas dedicarán sus esfuerzos a trabajar en favor de la erradicación del comercio de armas y a la reivindicación de políticas de prevención de los conflictos armados. Además, la Asamblea Antimilitarista intentará evitar que la educación militar penetre en las escuelas e institutos, donde darán conferencias y distribuirán material didáctico para fomentar los valores pacifistas. Pero los colectivos pacifistas de Cataluña también quieren aprovechar este décimo aniversario para recordar la labor ejercida desde el movimiento antimilitarista. "Sin el trabajo que hemos realizado sería impensable que el servicio militar obligatorio y la PSS tuvieran hoy los días contados", afirma Jaume Llansó, miembro de la Asamblea Antimilitarista de Cataluña. El castigo penal a la insumisión se ha ido atenuando progresivamente en los últimos años y los tribunales han dejado de dictar penas de cárcel para los que optan por la desobediencia civil al Ejército. Jaume Llansó y Jordi Muñoz coinciden en atribuir estos logros a la fuerza creciente del movimiento pacifista. "El apoyo que hemos recibido de los medios de comunicación, del mundo artístico e intelectual, de las organizaciones no gubernamentales y de la sociedad en general nos ha ayudado mucho", precisa Llansó. A lo largo de estos años, en los juicios contra insumisos se ha hecho habitual la imagen de un encausado arropado por una muchedumbre que abarrotaba la sala de vistas o se manifestaba ante las puertas del juzgado. En varias ocasiones, destacados intelectuales han comparecido en los juicios para autoinculparse de haber incitado al acusado a desobedecer a la autoridad militar. Hasta hoy, más de 15.000 jóvenes han sido juzgados en toda España por desobediencia a la autoridad militar y cerca de un millar de insumisos han cumplido penas de prisión. El movimiento de los insumisos ha penetrado tanto en la sociedad que ha traspasado el ámbito del antimilitarismo. Desde su experiencia como histórico de la insumisión en Cataluña, Jordi Muñoz resalta "el enorme potencial" pedagógico que supone la insumisión, que ha enseñado a muchos jóvenes a desobedecer ante cualquier causa que uno cree injusta. "La insumisión tiene un extraordinario potencial de cambio, personal primero y colectivo después", afirma. En la recta final de la mili, la Asamblea Antimilitarista de Cataluña luchará para que la desaparición definitiva del servicio militar obligatorio se anticipe al 1 de enero del año 2000. Los colectivos pacifistas esperan obtener el apoyo de partidos como el PSOE, IU y CiU para conseguir este objetivo. Esta misma semana, el pleno del Congreso ha aprobado la Ley del Régimen del Personal de las Fuerzas Armadas, que prevé la supresión del servicio militar obligatorio el 31 de diciembre del año 2002. El diputado de CiU en el congreso Carles Campuzano, sin embargo, se ha mostrado convencido de que el proceso se acelerará y que el Gobierno anunciará la supresión de la mili para finales de este año o a mediados del 2000. Si finalmente no es así, la Asamblea Antimilitarista de Cataluña, en coordinación con los distintos colectivos pacifistas del resto de España, llamará a los jóvenes a una desobediencia civil masiva el próximo año. Mientras tanto, los pacifistas observan con gran satisfacción la limitada respuesta que ha obtenido la última convocatoria del Ministerio de Defensa para cubrir las plazas de tropa y marinería profesional. Tras una intensa campaña de publicidad, en la que se han invertido 1.600 millones de pesetas, Defensa ha reunido 12.538 solicitudes, que representan 2,16 por puesto, la proporción más baja desde que en 1993 se inició la recluta de tropa profesional. El PSOE ya ha alertado de que si se mantiene la tendencia decreciente en el número de aspirantes, el proceso de profesionalización del Ejército estará en peligro. A juicio de Jaume Llansó, el pobre resultado de esta convocatoria sólo tiene una lectura: "El Ejército es ya una institución tan desacreditada que por muchas campañas publicitarias que se hagan no se logrará recomponer su reputación". La Asamblea Antimilitarista mantiene que el caso Miravete, el sargento condenado por matar a un soldado, no ha hecho más que acentuar esta visión negativa que la sociedad tiene de la estructura militar.

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