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Crítica:CRÍTICATEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un regalo grande

Cómo canta una ciudad de noviembre a noviembre De Federico García Lorca. Intérprete, Juan Echanove. Transcripción musical, Josep Maria Arrizabalaga. Arreglos musicales y pianista, Lluís Vidal. Dirección, Lluís Pasqual. Teatro Rialto. Valencia, 11 de febrero.Entre la osadía y la genialidad cabe situar esta idea de Lluís Pascual de recrear nada menos que una conferencia musical sobre Granada que el propio Federico García Lorca largara en Buenos Aires y, después, en Barcelona en el primer tercio del siglo. La osadía viene del lado del componente un tanto necrófilo que consiste en resucitar a un muerto, pues no se trata aquí de montar una obra de Lorca sino de reproducir una conferencia dada personalmente por el autor. Un empeño que, antes de ver el espectáculo, recuerda a aquel relato de Borges en el que alguien se empeña en escribir el Quijote reproduciéndolo palabra por palabra. Pero ni Lluís Pasqual es Pierre Mennard ni, por fortuna, Juan Echanove trata de imitar físicamente a García Lorca. Con evocar su silueta basta, siempre que el resto de esa presencia física no desmienta el aura irrepetible del poeta. Juan Echanove, que ha trabajado con Lluís Pasqual en dos ocasiones anteriores, ha aprendido que se requiere de mayor sutilidad para hacer de Lorca que para interpretar a un marrano existencialista, de manera que juega a ser Lorca sabiendo que la identificación total le está vedada y retrocediendo en la magia del parecido llevado quizás por una reserva trágica. Y hasta es posible que, en este espectáculo donde la iluminación lleva todas las de ganar, haga como que teclea el piano con cierta desgana para evitar una entrega que podría resultarle fatal. En cualquier caso el riesgo de este breve montaje -nada menos que resucitar al Lorca íntimo, en diálogo con las estaciones de su ciudad, ante nuestros ojos- queda subsumido en el entusiasmo que genera la idea misma de llevarlo a cabo, de manera que a partir de ahí y aceptando ciertas reglas de juego era casi imposible fracasar. Se obtiene a cambio un triunfo completo y agradecido.

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