CARLOS RILOVA JERICÓ HISTORIADOR "Batirse en duelo era una explosión de rabia"
,Carlos Rilova Jericó (San Sebastián, 1967) acaba de publicar El honor de los vascos: el duelo en el País Vasco. Ha utilizado para reconstruir esa parte de la historia más de 500 expedientes judiciales. En el libro se relatan casos ocurridos en Guipúzcoa entre los siglos XVI y XVIII, como el de Francisco de Aizpuru, un esclavo liberado afincado en Zumárraga que en 1581, olvidándose de su condición, osó batirse en duelo con un noble. Su atrevimiento acabó finalmente en galeras. Son historias reales de una época en la que el régimen foral convirtió a los plebeyos vascos y navarros en nobles e hidalgos. Pregunta. ¿Cómo era el ritual del duelo? Respuesta. No hay un modelo general. Lo raro era enviar un mensaje para citarse a duelo en las afueras de la ciudad. La pauta normal, como en el resto de Europa, era la ofensa en público y la reacción inmediata con todos los presentes en aquella ofensa, es decir, los testigos. Ellos certificaban la venganza a esa deshonra, armas en mano y batiéndose en duelo. Era una explosión de rabia. P. ¿Los únicos motivos del litigio eran las afrentas al honor o también estaban relacionados con disputas por bienes materiales? R. Es dífícil separar una cosa de otra. Juan de Ayalde, estrella de la portada del libro, discutió por cuestión de ganado. El trasfondo era una vaca o cualquier otra posesión, aunque lo que llevaba a la lucha era una cuestión de honor. Días después de que discutiesen sobre el ganado y las lindes, volviendo de las fiestas con todos sus arreos, sombreros, casacas, se saludaron y posteriormente Ayalde echó un paso atrás, desenvainó y atacó a la persona con la que había discutido. Lo más ofensivo, por poner un ejemplo, era decirle a un noble que mentía; ello merecía una estocada. P. ¿Qué armas empleaban? R. Generalmente la espada, que era el símbolo que distinguía al noble. P. ¿Quién tenía derecho a participar en duelo? R. Se suponía que todo noble, desde el más pequeño hasta el duque del Infantado, debía portar armas y utilizarlas, así como servir al rey en el Ejército. La mayor parte de la oficialidad de los ejércitos europeos del XVI al XVIII eran nobles: hidalgos que no tenían cosa mejor que hacer y que encontraban en la carrera militar la salida más honrosa. Un hijo de un noble no se podía poner a picar piedras porque perdía su categoría. P. ¿Qué oficios privaban de la nobleza, en una época en la que los fueros garantizaban ese privilegio? R. Los únicos que privaban de la nobleza, a diferencia del resto de Europa, era el de tejero, según contaba el padre Larramendi, y el de cortador de carne. Un tendero en toda Europa no podía acceder a la nobleza. Aquí sí. P. Puesto que el 95% de la población se consideraba noble, ¿cuál era el elemento diferenciador de la sociedad vasca en esa época? R. El nivel económico. P. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido del estudio de los 500 expedientes judiciales? R. El caso de Don Bernardo de Ydiáquez y De Irure. El ritual del duelo, desde su comienzo hasta su final, está perfectamente descrito. Lo vivían con miedo, coraje y falta de valor. P. ¿Había mayor propensión en los territorios forales que en el resto a enfrentarse en duelo? R. Lógicamente, sí. Al haber una nobleza universal también era mayor el número de gente predispuesta. Frente al 8% de nobleza en el resto de Europa, el 95% de aquí hace suponer que había más gente en el disparadero. P. ¿Hasta cuándo se extienden estos usos? R. Hasta la actualidad. En Francia, un ministro se batió con un periodista en 1950. Ahora bien, es otro tipo de duelo, pero también era por un tema de honor. P. ¿Cree que alguien sería capaz en estos momentos de batirse en armas por honor? R. Es muy extraño que se celebren duelos, pero es posible que sobrevivan en casos muy excepcionales. La sociedad europea está transida de los resortes medievales. En la cultura occidental, una de las más belicosas, es muy propio reaccionar así. Todavía tenemos ese sustrato de valorar el coraje físico. La cobardía es una de las cosas peor vistas en esta sociedad. Esto viene de esa cultura caballeresca que ha ido calando poco a poco en esta sociedad.
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