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Crítica:CRÍTICA TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un Lorca de repertorio

Un animoso García Lorca de juventud se propuso retratar para el teatro algunas de las circunstancias terribles que observaba en su vida de a diario y a su alrededor, hábitos sociales destructivos, restricción de la vida pública de la mujer y otras pautas de cultura que el poeta quería ver desaparecidas. Hay que decir que el poeta escribía su teatro en un contexto, digamos, optimista, con la segunda República al alcance de la mano dispuesta a erradicar cierto tipo de conductas, por lo que tal vez escribía un tanto a la manera exorcística, quién sabe, y persuadido en todo caso de la función social que cumplía la difusión de ese teatro por la geografía de las aldeas españolas. Pasado el tiempo, no está claro qué es lo queda exactamente de toda aquella realidad y de su testimonio. Queda el Lorca algo menor del teatro y la inclusión de su teatro en las obras de repertorio, más como homenaje al talento del autor que como validación de un testimonio algo desfasado a estas alturas. Claro que Doña Rosita... tiene otra lectura, quizás menos inmediata, susceptible de dar cierta densidad a un drama que de otro modo ve encanecida su sustancia. Así lo vio Jorge Lavelli, en un montaje con Núria Espert de protagonista, donde el acento se desplazaba de la peripecia personal a la crónica existencialista sobre el paso del tiempo. Más fiel a Lorca, y más clásico, Tamayo refuerza los componentes básicos del drama potenciando el desesperanzador clima final, con una Silvia Marsó excelente en la enorme prueba que es el segundo acto, cuando la joven se encamina hacia la madurez sin haber perdido del todo la esperanza vital que desaparecerá con el final de la obra y el golpeteo furioso de una puerta inútil maleada por el tiempo.

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