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El PP niega a los senadores una reforma de la Constitución porque "no es el momento oportuno"

Anabel Díez

El PP y los nacionalistas vascos y catalanes unieron ayer sus votos para elegir a Esperanza Aguirre presidenta del Senado, mientras los socialistas votaban a su candidata, María Antonia Martínez. Al final, 150 votos frente a 90 y cuatro en blanco. El mensaje político que salió de esta sesión fue rotundo por parte del Grupo Popular. Cualquier evolución del Estado autonómico tendrá como marco la Constitución, y ésta, hoy por hoy, no va a cambiar. El portavoz del PP, de manera solemne y definitiva, anunció a la Cámara que, "aunque pese a los senadores, el momento de una reforma constitucional no ha llegado porque no hay el consenso necesario ni es el momento político oportuno".

Esperanza Aguirre se puso como meta que quienes no la votaron ayer pronto la consideren su presidenta. En el terreno político advirtió de que el desarrollo autonómico sólo podrá hacerse en el marco constitucional. La sesión de elección de la presidencia de la Cámara transcurrió tranquila. El asunto de calado político llegó después, con Aguirre ejerciendo ya como presidenta. El Grupo Socialista, a través de su portavoz, Juan José Laborda, puso encima de la mesa la demanda que arrastran desde que empezó la legislatura hace más de dos años. Por un lado, una reforma constitucional para dotar al Senado de poderes auténticamente territoriales, y por otro, celebración esta primavera de un debate autonómico. Ni una cosa ni otra. En tono amable y con el ruego de que los socialistas retiraran su moción, el portavoz del PP, Esteban González Pons, aseguró que los populares se comprometían a partir de ahora a mantener un diálogo "sincero y sereno", y añadió que si éste fracasara, considerarían lógico que el PSOE "desenterrase el hacha de guerra". Después de estas buenas palabras, los socialistas consideraron que algunas de sus peticiones iban a tener éxito. Nada de eso.

En tono solemne y categórico González Pons declaró: "Éste no es el momento de la reforma constitucional; no hay consenso necesario para hablar serenamente; una reforma de este tipo requiere el momento político oportuno y mal que nos pese a los senadores ese momento no ha llegado". El resto de los grupos interpretaron de inmediato que las alusiones a la falta de consenso y a la inoportunidad del momento tienen que ver con el discurso al alza de los grupos nacionalistas.

Tampoco es momento de hacer un debate general sobre el Estado autonómico. Esta vez González Pons argumentó la proximidad de las elecciones autonómicas. La decepción fue total. "Me siento engañado después de haber trabajado tantos meses en la ponencia de la reforma del Senado", se quejó Laborda.

Antes de que llegar a este debate, los senadores se habían acomodado en el viejo edificio de la Cámara alta para dar solemnidad a la elección de la nueva presidenta. Fue un acto institucional en el que los socialistas aplaudieron a Esperanza Aguirre, una actitud que contrastó con la tibieza con la que despidieron a Juan Ignacio Barrero, a partir de ahora un senador más y cabeza de cartel del PP para la presidencia de Extremadura. Barrero hizo un canto a su dedicación a Extremadura, también durante su etapa de presidente del Senado, y tuvo serias dificultades para ahogar un sollozo cuando llegó al capítulo de agradecimientos, sobre todo al citar a su familia y a sus amigos, estos últimos situados en los bancos de los populares.

Si la nueva presidenta, en su breve parlamento dejó claro que cualquier evolución del Estado autonómico no va a ser ajeno o al margen de lo que ya marca la Constitución, también se esforzó en dedicar varios párrafos a la "pluralidad" y "diversidad" de España. Leyó varios párrafos en euskera, gallego y catalán, lo que fue bien acogido por quienes utilizan esas lenguas, en cuanto a la voluntad que había puesto de manifiesto, si bien reconocieron que el acierto en la pronunciación fue sólo discreto.

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"La Constitución", dijo en esas lenguas, "proclama como uno de los pilares del sistema político el reconocimiento y la garantía del desarrollo de la personalidad propia de las nacionalidades y regiones que integran España. Porque el nuestro es un país plural. La pluralidad de sus caracteres, de sus instituciones, de sus lenguas, la variedad de su cultura y de sus tradiciones, es uno de los rasgos característicos que constituyen y enriquecen a la nación español".

La presidenta continuó: "Precisamente, la rica diversidad es, y debe ser cada día más, un factor de cohesión y de progreso, estimulados ambos por el libre intercambio de ideas, el contraste de opiniones y la ausencia de la estéril uniformidad".

El Senado registró un lleno inusual. El Gobierno echó el resto en arropar a la hasta hace muy poco ministra de Educación y Cultura. El vicepresidente primero, Francisco Álvarez Cascos, encabezaba la delegación gubernamental, compuesta por otros cinco ministros: Ángel Acebes, titular de Administraciones Públicas; Manuel Pimentel, de Trabajo; Isabel Tocino, de Medio Ambiente; Margarita Mariscal, de Justicia, y José Manuel Romay, de Sanidad.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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