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Investigadores de la Universidad de Granada lamentan el escaso apoyo de la institución Los científicos "malviven con becas" hasta que optan por marcharse a otros países

¿Por qué los tripulantes del transbordador Discovery, que visitaron Granada en enero, no fueron invitados a ver el laboratorio donde un grupo de científicos de la universidad desarrollaron el experimento que viajó al espacio en la bodega de la nave? Para algunos investigadores de la propia institución docente la respuesta a tal pregunta no permite muchas disquisiciones: "Posiblemente para evitar que los astronautas se percataran de las deplorables, casi vergonzosas, condiciones en las que trabajan los científicos del laboratorio de Cristalografía". La falta de espacio y de recursos humanos que padece dicho laboratorio quedaría en anécdota si no fuera extensible a otros de Granada. El propio vicerrector de Investigación, Francisco González Lodeiro, reconoce que "los investigadores no trabajan en las condiciones más adecuadas". "Son dignas, pero mejorables. Y para ello trabajamos", atestigua. Los directores de varios grupos de investigación consultados han denunciado la falta de apoyo y reconocimiento que sufren por parte de la Universidad, aseguran estar "desanimados" y se quejan de problemas que se reseñan a continuación. Difícil consolidación. Los cuatro grupos consultados se encuentran entre los primeros de la Universidad de Granada en la firma de contratos con empresas y administraciones europeas y españolas. Cada uno de ellos mueve anualmente entre 20 y 40 millones de pesetas. Sin embargo, la consolidación del puesto de trabajo del personal que los compone y la incorporación de nuevos científicos resulta muy difícil debido a la falta de convocatoria de plazas de profesor investigador por parte de la Universidad. Javier Cruz, director del Laboratorio de Recursos Hídricos, señala que "los investigadores malviven con becas durante un tiempo y optan finalmente por irse al extranjero o a otras universidades españolas ante la imposibilidad de consolidar la plaza". Lodeiro reconoce el problema,aunque advierte que se trata de algo común a todas las universidades. "La Ley de Reforma Universitaria (LRU) no plantea una universidad concebida para la docencia y no establece los mecanismos para dotar a los grupos investigadores de todos los recursos humanos que necesitarían". Exceso de burocracia. Los directores de los grupos lamentan que los complejos trámites burocráticos que deben seguir para lograr fondos para sus investigaciones les impidan una mayor dedicación a sus labores científicas. "Este es el único trabajo del mundo en el que tienes que buscar dinero para poder seguir trabajando", señala Mario Chica, director del Laboratorio de Teledetección y Geoestadística. "Si tengo que dedicar la mayor parte de mi tiempo a buscar financiación, ¿cuándo investigo?". La mayoría de los grupos contratan administrativos con cargo a su propio presupuesto para solventar en parte esta situación, aunque echan de menos un mayor apoyo de la universidad. Fernández Lodeiro también reconoce la existencia del problema: "Es cierto que hay un exceso de burocracia, pero es inevitable para el control del gasto y el uso de los fondos públicos. En cualquier caso, el personal administrativo de la Universidad hace lo que puede". Falta de espacio. Las estrecheces sufridas por los investigadores del Laboratorio de Parasitología Molecular son aún mayores que las de Cristalografía. "Estamos en un sótano sin luz natural ni renovación de aire y tampoco tenemos un espacio digno para los animales dedicados a experimentación", señala su director, Antonio Osuna.

Disputa por el carmen de los Mínimos

La Universidad de Granada y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han entablado negociaciones con el Ayuntamiento de la ciudad para instalarse en el carmen de los Mínimos del Albaicín. Este antiguo caserón, de propiedad municipal, se encuentra en un pésimo estado de conservación tras los reiterados expolios sufridos en los últimos años. Tanto el CSIC como la institución académica estudian ahora de forma separada su rehabilitación con distintas pretensiones. El concejal de Economía y Patrimonio del Consistorio granadino, Pedro Revilla, explicó ayer que la Universidad de Granada desea la cesión del inmueble para instalar en él una residencia para estudiantes. El CSIC, por el contrario, se plantea ubicar en el carmen un centro de investigación multidisciplinar, en el que tendría cabida el laboratorio de Estudios Cristalográficos, que dirige Juan Manuel García Ruiz. "Ambas alternativas serían un fin positivo para la casa", señaló el concejal. Los términos en que se produciría la cesión deberán establecerse entre el Ayuntamiento y la parte con la que finalmente llegue a un acuerdo. En cualquier caso, la institución beneficiada deberá hacerse cargo de la renta vitalicia de cinco millones de pesetas anuales que recibe la familia Dalmases, antigua propietaria del carmen, y de la completa rehabilitación del inmueble. Esta última cantidad podría ascender a unos 70 millones de pesetas, según un anteproyecto encargado en su día por el Consistorio.

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