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Fraga sólo ha intervenido 12 veces en nueve años en la Cámara gallega

Xosé Hermida

Ver a Manuel Fraga hablando desde la tribuna del Parlamento gallego es todo un suceso. De promedio, ocurre una vez cada nueve meses. En los nueve años y un mes que lleva presidiendo la Xunta sólo ha accedido a comparecer en la Cámara en 12 ocasiones, tres si se descuentan los debates de investidura y el anual sobre el estado de la autonomía. Pese a las reiteradas negativas del PP, la oposición no ceja y ha lanzado una nueva ofensiva para tratar de que Fraga no se escabulla del debate parlamentario.

Cuando no está de viaje -y eso sucede pocas veces, porque desde que preside la Xunta ha visitado 28 países y pasado fuera de Galicia un día de cada once-, Manuel Fraga suele cumplir con sus obligaciones de diputado asistiendo a las sesiones de la Cámara. Pero el fundador del PP prefiere pasar el rato siguiendo las intervenciones de sus compañeros, repasando expedientes o leyendo la prensa. Subir a la tribuna y medirse dialécticamente con la oposición no le es muy grato a pesar de que tanto él como sus correligionarios se jacten de que cada vez que lo hace "da una paliza" a sus antagonistas. De las doce ocasiones en que Fraga ha comparecido ante el Parlamento desde que asumió la presidencia de la comunidad, en enero de 1990, tres fueron en los debates de investidura y seis en las sesiones anuales dedicadas a pulsar el estado de la autonomía. Las otras tres, las únicas en que atendió solicitudes de comparecencia de la oposición, coinciden con los cambios de Gobierno que ha realizado. Para lo demás están sus consejeros. Fraga delega en ellos las explicaciones de asuntos que a veces le afectan tan personalmente como unas declaraciones suyas en contra del juicio al dictador chileno Augusto Pinochet, su comentada propuesta de administración única, sus viajes o sus entrevistas con miembros del Gobierno central.

La oposición mantiene una vieja batalla para lograr que, al menos, Fraga se avenga a contestar algunas preguntas periódicamente, como se hace en el Congreso tras la última etapa de Felipe González, cuando el PP lo exigió de forma insistente con el argumento de que era necesario revitalizarlo. Pero hasta ahora los populares han desdeñado olímpicamente todas las peticiones del BNG y el PSdeG-PSOE, que hace unas semanas incluso retiraron sus iniciativas de un pleno como medida de protesta.

La oposición se queja no sólo de la ausencia de Fraga, sino de que el PP también veta cada vez que lo considera conveniente las solicitudes de comparecencia de los consejeros. En 1993 los populares ya reformaron unilateralmente el reglamento de la Cámara para restringir el margen de maniobra de sus oponentes, lo que provocó un notable escándalo e hizo célebre la imagen del líder nacionalista, Xosé Manuel Beiras, golpeando su escaño con un zapato.

Ante la renuencia del PP a aceptar las iniciativas de control del Gobierno, hace unas semanas la oposición pidió amparo al presidente del Parlamento, quien optó por pedir un informe a los letrados. Pero los asesores jurídicos se limitaron a constatar que, con el actual reglamento, la mayoría -el PP tiene 42 de los 75 diputados- está facultada para vetar cualquier solicitud de comparecencia. Con todo, recuerdan que tanto en el Congreso como en otras Cámaras autonómicas la polémica se zanjó mediante un acuerdo entre los grupos.

Sin embargo, el PP ha vuelto a reiterar estos días que no está dispuesto a cambiar las reglas actuales ni a someter a Fraga al fuego dialéctico de la oposición. Según su portavoz parlamentario, Jaime Pita, lo único que pretenden los socialistas y los nacionalistas es "quemar" al Gobierno. La oposición, según Pita, "no asume que en democracia decide la mayoría" y adopta un papel de "víctima". Esa clase de argumentos son habituales en el PP, uno de cuyos diputados, Juan Casares, justificó el pasado martes su voto contrario a una iniciativa para que no se cobrase peaje en un tramo de la autopista en Vigo con el contundente argumento de que la había presentado el BNG. "Ustedes intentan dirigir la política del Gobierno", arguyó Casares sin recatarse.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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