La Real amenaza, pero no pega
El Atlético, que se complicó la eliminatoria en el primer tiempo, pasa a los cuartos de final
Sin novedades en el Manzanares.El Atlético mantiene sus difíciles relaciones con su hinchada, que no identifica con el juego que propugna Sacchi. La Real tuvo la oportunidad de dar vuelta a la eliminatoria, pero le faltó fiebre. Llegó programado para cumplir un trámite, y no para la gesta. Cvitanovic pudo cambiar el curso de un partido que parecía absolutamente condicionado por el resultado de la ida. Durante media hora, no se vio otra cosa que una mala pachanga. La Real actuaba con desgana, conforme a la declaración de intenciones de su entrenador, expresada en una alineación inédita. La mitad del equipo estaba integrado por jóvenes prometedores y algún suplente habitual. Típico de los equipos decididos a entregar una eliminatoria.Pero se dio una circunstancia que alteró el curso de los acontecimientos: el Atlético está hecho una ruina.
ATLÉTICO DE MADRID 0
REAL SOCIEDAD1Atlético de Madrid: Molina; Aguilera, Chamot, Torrisi, Ramón; Njegus (Solari, m.62), Mena, Valerón (Correa, m.46), Serena; Juninho (Baraja, m.85) y José Mari. Real Sociedad: Álvarez; Fuentes, Pikabea, Andia, López Rekarte; Aramburu (Gracia, m.69), Jauregui, Idiakez, Mutiu; De Paula (Aldeondo, m.84) y Cvitanovic (Sergio, m.76). Gol: 0-1. M.38. Cvitanovic remata por bajo ante la salida de Molina un pase en profundidad de Idiakez. Árbitro: López Nieto. Expulsó por doble amonestación a Mutiu (m.72) y mostró tarjeta amarilla a Mena, Antía, Idiakez, Jauregui, López Rekarte y Krauss, entrenador de la Real. Unos 25.000 espectadores en el campo del Vicente Calderón. Partido de vuelta de los octavos de final de la Copa del Rey. El Atlético de Madrid se clasifica para la siguiente eliminatoria, los cuartos de final, por el valor dobles de los goles conseguidos fuera de casa, ya que en la ida ganó 1-2.
Si la Real comenzó el encuentro con desinterés, el Atlético no logró interesar a nadie. Su hinchada no traga. Había poca gente en el Manzanares, pero el personal expresó de forma ruidosa su desencuentro con el equipo. El problema es una cuestión de piel. Lo que propone Sacchi no gusta al personal. Y en el Atlético menos que en ningún otro sitio. El Atlético ha forjado su historia desde un desprecio por lo metódico. Es un club donde funciona mejor la heterodoxia, donde se produce un cierto rechazo por lo convencional y lo previsible. Son sus señas de identidad, y no van a cambiarse así como así. Digamos que entre Sacchi y la hinchada del Atlético se ha producido un choque cultural. Porque Sacchi representa todo lo contrario de la percepción futbolística que tienen los aficionados del Atlético. En su deseo de lijar el juego en favor de la mecánica táctica, Sacchi está a punto de provocar una insurrección en el Manzanares.
Lo cierto es que hay motivos para la queja. Visto un partido del Atlético, vistos todos. Pero además hay problemas añadidos. Es un equipo desmochado, sin aristas, pesadísimo. Con el balón, todo es pelotazo y rechaces. Sin la pelota, mucho achique, demasiado achique en ocasiones. Además hay un fundamentalismo en el uso del fuera de juego que compromete al equipo. Muchas veces lo tira mal y a destiempo. Cualquier rival avisado le produce una avería en los cambios de frente.
El gol de Cvitanovic tuvo esas características. Idiakez avanzó, no encontró resistencia y metió una pase diagonal que aprovechó Cvitanovic para sorprender a la defensa y superar a Molina. El partido, que se había desarrollado bajo una atonía considerable, cobró una intensidad imprevista.
Sacchi cambió a Valerón por Correa en el segundo tiempo. Valerón había pasado desapercibido en el primer tiempo. En realidad, lleva desinflado varias semanas, engullido por las obligaciones laborales que demanda Sacchi. O no puede con ellas, o a Valerón le afecta gravemente el invierno.
La Real siguió con su juego tranquilo, a la espera de alguno de los habituales errores defensivos de su rival. Pero no hubo una demostración expresa de ambición, a pesar de que la eliminatoria la tenía a su alcance. El Atlético se animó algo en el segundo tiempo, exigido por el resultado y por las protestas de su hinchada. Porque si algo no le falta al Atlético es un sentido industrioso de la vida, un compromiso de índole laboral que debe complacer extraordinariamente a Sacchi. En este paisaje, Juninho es un hombre sufriente. No hay manera de verle un detalle. Como delantero no funciona. Tampoco es centrocampista. Y el mediapunta palomero no está permitido en el ideario de Sacchi. Aunque el Atlético apretó en segundo tiempo (Aguilera y José Mari generaron problemas abundantes en la banda derecha), el partido estaba destinado a decidirse en los diez minutos finales. La Real sintió por fin la urgencia del gol, pero se vio debilitada por la expulsión de Mutiu, preso de una desgana manifiesta. El Atlético se volvió algo aprensivo con respecto al resultado de la eliminatoria, pero aguantó el último asalto sin agobios y con la colaboración del árbitro, que olvidó cobrar como penalti una mano intencionada de Chamot en el área.
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