Albricias
Me dio una gran alegría leer la columna de Félix de Azúa, titulada Albricias, que apareció en su diario el pasado 27 de enero. Trataba sobre la manifestación de Clinton de invertir parte del superávit presupuestario en los mercados financieros. Félix de Azúa lo traduce como que se iría a invertir con ello en bolsa, descalificándolo, ya que con el dinero (¡público!) no se juega. Me dio una inmensa alegría leer dicha columna, ya que me estimuló a pensar; o sea, ahora existo. Sin ella, además, se me hubiera pasado inadvertida dicha medida, y la posible genialidad que hay detrás. Invertir en bolsa unos cuantos, pocos cientos de miles de pesetas, significa eso, el juego, la especulación. Pero haciéndolo con varios cientos de millones de pesetas, empieza la dinámica de adquirir a través de la bolsa una parte de la propiedad de una empresa. Es decir, poco a poco se están convirtiendo entidades e industrias de carácter privado en un sucedáneo de públicas, con la ventaja de que el mercado competitivo les obligue a ser eficientes, y no tengan la obligacion de producir bienes públicos. Y no me parece mal. Si consiguen comprarse su industria, e incluso la foránea, alcanzarán que al final todo sea público, es decir, del pueblo. Sería la definitiva y auténtica transición al ideal del comunismo a través del capitalismo, ¿no? Y si se hace bien, durante un buen rato, al final todo el pueblo se beneficiaría del superávit que genera el mercado, con mejores y más logros sociales. ¿No?-
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