La OTAN deja en manos de Solana la decisión final de atacar en Yugoslavia
El secretario general podrá autorizar la intervención militar si falla la conferencia de paz
"Tomaré mi decisión a la luz del cumplimiento por todas las partes de las demandas internacionales", declaró después Solana. Aunque defendió la solución política a la crisis, aseguró, la OTAN "está preparada para reaccionar".
"Si la orden de abrir fuego se deja sólo en manos del secretario general estamos diciendo a los serbios que esto va en serio, que ni siquiera se tiene que reunir de nuevo el Consejo Atlántico, porque los 16 socios han habilitado a Solana para que actúe en su nombre", explicaron ayer fuentes atlánticas.
Es una forma de presionar a Milosevic. Pero no la única. El viernes los aliados acordaron pasar a la fase 0, que conlleva uña alerta general previa a la entrada en combate. El siguiente paso, que no se ha dado, es la fase 1, que permite incursiones en el espacio aéreo yugoslavo y ataques contra las defensas antiaéreas.
La puesta en manos de Solana del botón que desencadena los bombardeos tardó en concretarse a causa de las discrepancias de los socios sobre el papel del Grupo de Contacto. Este poderoso club, formado por Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia, conforma la pata política de la presión occidental a Milosevic.
Reunido el viernes en Londres, el grupo lanzó un ultimátum a serbios y albanokosovares para que se sienten a negociar. La cita se abre el 6 de febrero en el castillo de Rambouillet, a 50 kilómetros al suroeste de París. Si en tres semanas no hay un acuerdo que ponga fin a la guerra encubierta en la provincia de Kosovo, habrá ataques.
Esos ataques correrán a cargo de la OTAN. Pero el problema que se planteó ayer fue el del grado de sumisión de las fuerzas aliadas al Grupo de Contacto. Estados Unidos y los socios de la OTAN ajenos a este selecto club defendían una cierta libertad de acción. Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido preferían ajustarse al guión establecido por el Grupo de Contacto, a pesar de que en él figura Rusia, siempre hostil a atacar a Serbia.
El compromiso alcanzado a última hora por los embajadores de los 16 de la Alianza prevé que Solana tome en solitario la decisión tras evaluar los resultados alcanzados por el Grupo de Contacto y después de dejarse asesorar por el Consejo Atlántico.
En la misma línea de presionar a todos los bandos en conflicto, el ministro de Asuntos Exteriores británico y presidente de turno del Grupo de Contacto, Robin Cook, se desplazó ayer a la zona. A mediodía se entrevistó en Belgrado con el presidente yugoslavo, Milosevic, en presencia del presidente de Serbia, Milan Milutinovic, y del ministro yugoslavo de Exteriores, Zivadin Jovanovic.
Fue un encuentro "breve y tenso", según fuentes occidentales. "Vine aquí para transmitir un mensaje firme", recalcó Cook. "El presidente Milosevic se ha comprometido a estudiar la propuesta con detalle. Esperamos una respuesta en unos pocos días", añadió. Una fuente diplomática conocedora de la conversación dio alguna precisión complementaria: "Milosevic no ha acogido favorablemente la propuesta de conversaciones, pero su rechazo no ha sido muy enérgico".
A continuación, Cook se trasladó de Belgrado a Skopje (Macedonia) para entrevistarse con los líderes políticos del otro bando, los albanokosovares. El mal tiempo le impidió hacerlo, como estaba previsto, en Pristina, la capital de Kosovo.
Cook se reunió tanto con el moderado Ibrahim Rugova, que anunció que asistirá a la conferencia de paz, como con el portavoz del extremista Ejército de Liberación de Kosovo (ELK). Los guerrilleros del ELK, que defienden la independencia de Kosovo, aseguraron que necesitan más tiempo para decidir si acuden. La comunidad occidental sólo exige que Belgrado conceda una "amplia autonomía", porque teme que la independencia de Kosovo acabe reabriendo el conflicto de Bosnia-Herzegovina y pueda ser utilizada como coartada para crear una Gran Albania.
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