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Reportaje:

Una Virgen propietaria

,No ha alcanzado la fama de Estibaliz, pero el santuario de la Virgen de Oro, en el valle de Zuia, cuenta con el especial cariño de los alaveses, que acuden siempre que pueden hasta este templo cimentado en las peñas del mismo nombre. Quizás sea por su particular condición de ser propietario de los terrenos donde se asienta. Es decir, que la Virgen de Oro y, por extensión, todos los vecinos de Zuia pueden presumir de ser los dueños de estas 84 hectáreas, 53 áreas y 80 centiáreas con vistas a los montes de Gorbea y Altube, las sierras de Arrato y Badaia y, ya más alejados, las cimas de Anboto y Aitzgorri, los montes de Kuartango, la sierra de Arcamo y la Sierra Salvada. Como tantos otros templos, este santuario de la Virgen de Oro también se ubicó donde buenamente quiso la divinidad. La iglesia del barrio de San Martín en Ataun, de la que hablaba el anterior episodio de esta misma serie, contó con la intervención de los gentiles que trasladaban por la noche las primeras piedras del templo desde un lugar a otro, donde finalmente acabaría levantándose la iglesia. En el santuario de la Virgen de Oro, la labor mediadora para conseguir el mejor lugar corrió a cargo de María, que también cambió de emplazamiento los materiales: desde una hondonada en las proximidades de Urabiano (otros dicen que en la cumbre del pico del Fraile) hasta esa privilegiada ubicación donde se construyó el santuario, en cuyos terrenos se encuentra la cumbre de Atxabal, desde la que se ven todos los municipios de Zuia: Amezaga, Aperregui, Bitoriano, Domaikia, Guillerna, Jugo, Luquiano, Marquina, Murguía, Sarría y Zarate. Desde que compraron el santuario, los vecinos del valle se han encargado de cuidar tanto la iglesia como los terrenos que le pertenecían, aunque sin ánimo de lucro, como pudiera esperarse en un primer momento dada la riqueza forestal del entorno. Y es que la adquisición tuvo un carácter religioso. No se trataba de un territorio cualquiera, de unas cuantas hectáreas de monte; lo que les interesaba a los vecinos era el santuario mariano, por lo que éste significaba como centro religioso y lugar de encuentro para las gentes del valle. Conflictos por dinero La autoridad de los vecinos de Zuia, el poder civil del valle, era superior a la religiosa, incluso en aquellos tiempos en que la Iglesia hacía y deshacía a su antojo. En Oro, y en otros santuarios alaveses como el de la Antigua en Orduña o la Encina en Arzeniega, eso no ocurría. En Oro, la Justicia y el Regimiento (el alcalde-juez y los regidores) nombran a dos vecinos, de honradez reconocida, que serán los mayordomos: los encargados de recoger las limosnas. También el poder civil lleva a cabo el proceso de selección para los puestos de capellán y de ermitaño, oficio éste caído en desgracia en este fin de milenio, pero que tuvo gran nombradía hasta no hace tanto tiempo. Y, claro, los conflictos entre civiles y religiosos llegarán con el asunto de toda la vida: el dinero. En el siglo XVII y XVIII son numerosas las disputas por estos asuntos tan mundanos. El cabildo eclesiástico pide más emolumentos y los vecinos les dicen que no. Resultado: los religiosos se niegan a celebrar procesiones hasta que no les suban el sueldo. Estas pequeñas controversias se suelen resolver sin que el asunto pase a mayores, pero cuando el delegado episcopal ordena que un cura del valle controle las cuentas que hasta entonces estaban a cargo de los mayordomos, es cuando se monta la de Dios es Cristo. Ocurrió entre los años de 1655 y 1656, tuvo que intervenir el entonces obispo de Calahorra, don Joan Joaniz de Galaz, y la resolución fue salomónica: una persona del Cabildo eclesiástico podía asistir al recuento de las limosnas, pero como convidado de piedra, sin voz ni voto. La Santa Inquisición Pero no siempre los conflictos eran entre poder civil y religioso. A veces, el Cabildo eclesiástico del valle tenía sus enemigos dentro de la propia Iglesia. Como les ocurrió en el año 1725, cuando la Inquisición les dejó sin la vaca que los vecinos le solían regalar a los curas con motivo de la fiesta del día de Ascensión. El texto dice literalmente: "Y como consta en escrituras antiguas se daba a dicho Cabildo eclesiástico, por la asistencia del día de la Ascensión y su víspera, una pierna de vaca, la piel de ella y tres cuartas de pan cocido... y respecto que para este fin se mataba una vaca la dicha víspera de la Ascensión, donde concurrían muchas personas a tomar de la dicha vaca la sangre, asadura y otras cosas para diferentes curaciones... y respecto que lo sobredicho lo habían entendido la Santa Inquisición y sobre ello había prohibido el que se matase tal vaca, por parecer que de ello nacería especie de superstición..." Los del Santo Oficio siempre tan aguafiestas, debieron de pensar muchos de los que esperaban ese día para comerse los desperdicios y, sobre todo, los que se llevaban el pernil vacuno. El santuario no ofrece gran interés artístico. Es más la devoción de los vecinos por la Virgen de Oro (una talla medieval que sufrió una excesiva restauración en 1930) lo que ha hecho de este templo lugar de peregrinaciones y adoraciones nocturnas que llamaban la atención no sólo de la gente del valle de Zuia. Eran y son muchos los que acudían y acuden desde Vitoria, Llodio y otras localidades alavesas movidos por la fuerza de esta advocación mariana. Aunque, en estos años, también la afición por el deporte del ciclismo ha llevado a muchas personas hasta el santuario para disfrutar de un final de etapa emocionante. La etimología de Oro, según indica el estudioso José Iturrate, responde a esta ubicación privilegiada del santuario y sus propiedades. Oro significa altura o lugar elevado, con lo que la virgen sería "de las Bellas Cumbres", como la ha llamado algún vate del lugar en una de las numerosas composiciones que los vecinos de Zuia han dedicado a la Virgen y su santuario. Como esa que dice: "El valle de Zuia / de gozo palpita / pues tiene en un monte / tu santa capilla. / ¡Del valle de Zuia / Oh reina escogida! / ¡Virgen Santa de Oro / por siempre bendita!" Composiciones populares que tratan de reflejar el secular vínculo de los vecinos de Zuia con un lugar sagrado que pertenece a todos y a cada uno de ellos.

Datos prácticos

Cómo llegar: El Santuario de Nuestra Señora del Oro se encuentra en las cercanías de Murgia en el centro del valle de Zuia. Murgia se encuentra a la orilla de la N-622, la autovía que comunica Vitoria con la A-68, la autopista que va desde Bilbao a Zaragoza. Desde esta localidad, hay que dirigirse hacia el cercano pueblo de Vitoriano, desde donde sale la carretera que sube al santuario. Alojamiento: En Murgia hay dos hoteles: Nagusiaren Etxea (tel. 945 462528) y Zuya (945 430027), y cerca se encuentra el Altube (945 430150). También se puede acudir a los cercanos agroturismos de Sarria, Gorbea bide (945 430046) y de Markina (945 403093). Un poco más alejado, en Múrua, está el Guikuri (945 464084). Comer: En Murgia, se encuentran el citado Nagusiaren Etxea, el Joselu (945 462434), el Iglesias (945 430142), el Areso (945 430220) o el Zuya (945 430300). Tiene fama también en la zona la cocina de la taberna Arlobi en Sarria (945 430212). En la cercana Izarra se puede elegir entre el Asador Izarra (945 437165) o el Nordiska (945 437024).

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