Caña, que te quiero caña
Serrano va piano, es decir, que va lontano. Tiene talento, canciones y un público guapo e intergeneracional que se merece todo. Tiene dos discos espléndidos, pero, en directo, está atado. Se le perciben carencias funcionales, acaso propiciadas por la temprana edad del artista o por el mogollón que le viene encima cuando la gente dice que es bueno. En estas circunstancias, los artistas se llenan de responsabilidades ajenas a su talento. Ismael Serrano manifiesta una candidez escénica acorde con su breve trayectoria: no se le entienden, en directo, las letras ni los parlamentos intermedios, que son excesivos y redundantes. A Serrano le falta un toque en el directo, una potenciación de la magia escénica. Lo tiene a huevo, pero los cantautores son muy suyos y desdeñan la espectacularidad. Craso error, porque el espectáculo tiene sus reglas. Por ejemplo, a él le hace falta un director de escena, un técnico en impostación de voz, un toque de profesionalidad. Todos estos peros son corolarios en pro de algo evidente: Serrano es un artista. Pero debe torear a su público, porque en la plaza hay muchos tendidos. La endogamia es una pariente incómoda. Es una pena que los espléndidos textos de Ismael queden aturullados y divagantes, únicamente por defectos de pronunciación y de un problemático sonido. Curiosamente, al contrario de lo normal, suenan muy bien los músicos, pero se perciben mal los contenidos.El público, entregado, pero con ganas de más. Ismael, perplejo, y con ganas también de más. Invitó a Luis Pastor, su amigo y uno de sus antecesores. La gente, encantada.
Ismael Serrano
Ismael Serrano (voz), Fredy Marugán (director musical y guitarra), Javier Bergia (percusión), Santi Muñoz (batería), Javier Quílez (bajo), Andrés Bedó (teclados). Palacio de Congresos. Madrid, 29 de enero.
Interpretó todas las canciones de su último disco La memoria de los peces, y algunas otras que ya conocen sus seguidores.
Y hubo algo muy emocionante, el homenaje de la juventud al bando vencido y a todas las luchas por las que vive la gente con corazón.
Babelia
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