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Adolfo Estrada avanza en una exposición su idea de arte para contemplar en el tiempo detenido de un hospital

A Adolfo Estrada (Buenos Aires, 1942) se le ocurrió que un hospital podría ser el lugar idóneo para contemplar una obra de arte, porque allí el tiempo toma otras dimensiones, "el tiempo se convierte en un elemento decisivo". Este artista, pintor y escultor, expone hasta principios de febrero en Barcelona, en la Galería Alejandro Sales, una obra de gran formato que eventualmente podría concretarse en una de las paredes del nuevo Hospital Psiquiátrico de Girona, que va a construirse dentro de un complejo hospitalario sito en un gran parque público de Salt. Estrada, que vive en el silencio de un pequeño pueblo del Empordà, tiene tras de sí una larga carrera como artista plástico y se plantea con esta obra un nuevo reto de otras dimensiones. El salto desde el puro concepto que tenía en su cabeza hasta la posibilidad de realizarlo, explica Estrada, fue casual. "Yo tenía esta idea, y para ilustrarla se me ocurrió utilizar el Hospital del Mar, de Barcelona, y hacer con este edificio un fotomontaje. Llamé al arquitecto Manuel Brullet para pedirle permiso y comentarlo con él, y cuando nos encontramos me explicó que acababa de ganar el concurso para el nuevo hospital de Girona y para uno en Berlín". A Brullet -"un cocinero de la arquitectura en el mejor sentido del término", según Estrada- le pareció una buena idea. "Me gustaría insistir en el tema de la visión de la obra de arte. Lo cierto es que en un hospital el tiempo pasa de otra manera, toma otro ritmo, tiene otro valor. Para el tipo de obra que yo hago se requiere este tipo de concentración, porque yo lo concibo en silencio, en un lugar idílico, que me permite una total concentración. Por esa razón siempre he pensado que mi trabajo serviría para un hospital o para una iglesia. Para un lugar donde el tiempo sea un elemento decisivo, importante". "Mi pintura es construcción", añade, "cuando hago escultura también construyo", aunque en este caso Estrada tendrá que trabajar con un arquitecto. A sus órdenes. "Todo depende de con qué arquitecto se trabaja; es una cuestión de empatía. En este sentido es interesante que, dado que es una obra pública, sea el arquitecto quien se encargue de hablar con los políticos, con la Administración, puesto que de todos modos tiene que hacerlo. Así, si la obra es considerada de utilidad, el artista sólo tiene que ponerse a ello". A Estrada, sin embargo, le interesa algo más que simplemente dejar su obra. "No es una cuestión de ir vendiendo pinturas a los hospitales. El artista tiene que meterse en la obra arquitectónica, pero sin planteamientos apriorísticos. A veces es sólo una idea, una sugerencia sobre una iluminación determinada de una pared o cosas de este estilo, algo así como la colaboración que establecieron Barragán y Göritz". En realidad, añade, siempre tiene que haber un diálogo entre la escultura o la pintura y la arquitectura. "Es un problema de los arquitectos con un grand ego que apaga todo lo demás".

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